KATMANDÚ, Nepal.- La capital nepalés se convirtió ayer en una ciudad de tiendas de campaña.
Aterrorizadas y desamparadas, cientos de miles de personas caminaban ayer por las calles de esta ciudad con almohadas y cobijas, en busca de un lugar donde sentirse seguros tras la destrucción de incontables edificios por el terremoto del sábado.
Las estructuras que seguían en pie, apenas, amenazaban con caerse, y muchas personas ya no tienen a dónde regresar. Los nepaleses prefirieron dormir en patios escolares, cruces peatonales y parques mientras llovía y la temperatura bajaba a 3 grados Celsius.
El terremoto de 7.8 grados Richter que estremeció al país asiático y a tres de sus vecinos todavía se hacía sentir ayer: hubo al menos 40 réplicas, una de ellas de 6.7 grados, según la agencia humanitaria de la ONU.
“No hay cómo sentirse seguro, sigue y sigue temblando”, dijo Rajendra Dhungana, de 34 años, tras participar en una incineración masiva de los cuerpos de víctimas hindúes del temblor.
“Nepal debería aprender la lección. Construir bien los edificios, pensar en zonas a las que podemos salir corriendo”, agregó.
El último conteo oficial señala que han muerto más de 2 mil 500 personas en Nepal, India, Bangladesh, Pakistán y la zona tibetana de China; hay casi seis mil heridos.
Las cifras, según autoridades, seguirán ascendiendo.
Dieciocho de las víctimas fallecieron por una avalancha en el Monte Everest, el mayor saldo en la historia del pico más alto del mundo. Ayer hubo varios aludes más por las réplicas.
Las calles, inundadas de damnificados, también se han vuelto hospitales móviles.
Ante la falta de electricidad, agua potable y espacio -los pasillos de hospitales están desbordados de cadáveres- los médicos trataban ayer a heridos en banquetas y tiendas de campaña.
Los esfuerzos de rescate también avanzaban lentamente, entorpecidos por los sismos y por la falta de equipo básico, como mascarillas y herramientas para excavar. El Ejército nepalí sólo tiene un helicóptero para evacuar a personas del Everest.
“Sabemos que hay muchas personas atrapadas ahí, pero no sabemos cómo sacarlas. No hay suficientes rescatistas”, recalcó un policía a la BBC.
Expertos destacaron que el estado político en Nepal será uno de los principales retos para el rescate y la recuperación.
“Cualquier país estaría rebasado por la escala del desastre, pero las dificultades logísticas de Nepal son extraordinarias: tierra empobrecida, montañosa, prácticamente sin caminos (…) y con un Gobierno inestable”, señaló Kunda Dixit, el editor del diario local Nepali Times.
Tras 10 años de batallar una insurgencia maoísta y la caída de la Monarquía, sólo hay una Constitución interina y han pasado dos décadas desde las últimas elecciones.
Al menos, ayer, tras la reapertura del aeropuerto, comenzó a llegar la ayuda internacional: tiendas de campaña y comida de India; rescatistas chinos; aviones y doctores paquistaníes y suizos; bomberos colombianos, y fondos de Gran Bretaña, Japón y Estados Unidos.
“Me temo que todavía no hemos podido ver ni la menor parte de la devastación”, señaló al Washington Post la geóloga Susan Hough.