KATMANDÚ, Nepal.- A cuatro días del terremoto de 7.8 grados Richter, los nepaleses están desesperados y desesperanzados.
Hasta ahora, han muerto más de 4 mil personas, más de 7 mil están heridas y al menos 100 mil se quedaron sin casa, según cifras oficiales. La ONU calcula que habrá 8 millones de damnificados en todo el país.
Casi 100 personas más han fallecido en naciones vecinas como India y Bangladesh.
Conforme escala la cifra de afectados, crece la desesperación ante la falta de ayuda provista por un Gobierno rebasado por la situación.
“Ya no hay a dónde ir, ni quién nos ayude. De por sí era difícil la vida, ahora ni quiero vivir”, dijo la nepalés Chirim Sahi, en lo que esperaba que su esposo -quien quedó paralítico por una viga que le cayó encima durante el temblor- recibiera ayuda en una de las muchas tiendas de campaña que ahora albergan a los damnificados en las calles de la capital.
Nepal es uno de los países más pobres de Asia. Golpeado por una guerra civil, que terminó en 2007, no ha tenido un Gobierno estable en dos décadas ni ha sido redactada una Constitución.
Y su situación económica, de por sí precaria, podría empeorar con el desastre. El analista Rajiv Biswas, de la consultora de riesgo IHS, estimó ayer que la reconstrucción podría superar los 5 mil millones de dólares, alrededor del 20 por ciento del PIB nepalés.
Éste se verá aminorado, agregó Biswas, por la probable caída del turismo, en particular al Monte Everest, donde se han registrado varias avalanchas en últimos días.
Un portavoz de las Fuerzas Armadas declaró ayer que ya fueron movilizados los 100 mil soldados del Ejército y los 12 helicópteros que tienen, pero nepaleses acusan que no ha sido suficiente.
“Nadie del Gobierno ha venido. Ni a darnos agua ni a revisar nuestra salud. Estamos completamente solos”, reprochó un habitante de Bhaktapur, al este de Katmandú.
Los pocos hospitales que todavía tienen electricidad, gracias a generadores que médicos temen dejen de servir pronto, están repletos de cadáveres. Les hacen falta medicamentos, vendajes y hasta muletas, señaló un doctor.
Tal situación ha despertado también el miedo de que se esparzan las enfermedades, en particular en las zonas rurales.
De las más afectadas por el terremoto y las decenas de réplicas, con reportes de que hasta el 70 por ciento de las casas quedaron destruidas, también son casi inaccesibles.
Hay deslaves y los pocos caminos que hay están bloqueados.
Y, pese a que ONGs y agencias humanitarias han comenzado a llegar con víveres y cobijas, varias no han podido salir del aeropuerto por cuestiones logísticas.
Algunos aviones incluso seguían ayer atorados en la única pista del único puerto aéreo del país, sin poder descargar las cajas de ayuda.
Las autoridades, por su parte, siguen recalcando que la cifra de víctimas seguirá subiendo.