En distintos espacios me han preguntado por qué salir nuevamente a marchar de blanco y en silencio por la paz en México y, por qué apoyar a las fuerzas federales cuando en este momento se encuentran en medio de la polémica por la cuestionable actuación de algunos de sus integrantes en casos de horror y escándalo.
La respuesta es simple, una víctima no se distingue por su vestimenta, economía o profesión. Todos son ciudadanos y tienen el común denominador de ser víctimas de la delincuencia. Bajo esta premisa, en 2004 más de un millón de personas marchamos de blanco para apoyar a las víctimas que nadie quería ver ni atender y así lo hemos hecho en otras marchas y movilizaciones, siempre en defensa de una causa justa.
Este domingo 31 de mayo a las 10 horas sobre el Paseo de la Reforma no será la excepción. Buscamos que la autoridad y la ciudadanía se den cuenta que hay otras víctimas, los muertos de las fuerzas federales a los que pocos quieren reivindicar por las francas violaciones a los derechos humanos que algunos de sus integrantes han cometido y que sus mandos no han aclarado públicamente.
A las familias de los 95 militares muertos, los 197 soldados que se encuentran desaparecidos en lo que va del sexenio, lo mismo que a los familiares de los policías federales y marinos caídos en manos de la delincuencia y de los cuales no hay una cifra precisa, es necesario que les consideremos también como víctimas a las que hemos de abrazar y a quienes debemos decirles que no están solos.
A estas víctimas habrá que agregarle a los policías federales que tripulaban el helicóptero derribado tras el enfrentamiento en Jalisco, los cuales se encuentran muy graves de salud, los muertos en la emboscada de Michoacán y el federal caído el pasado viernes en Tanhuato, en donde por cierto, ante los hechos no hay un modelo de comunicación sino de confrontación de opiniones que poco ayudan para saber con exactitud qué paso.
Por ello la marcha no puede ni debe quedarse sólo en una muestra de solidaridad a las fuerzas federales. Tampoco tiene que ser considerada como un cheque en blanco para que se burlen de la confianza ciudadana. Por el contrario, para que la movilización surta efecto, es necesario que derive en la construcción de una ley que regule la participación de las fuerzas armadas en seguridad pública en donde se establezca la apertura de las fuerzas federales para que los ciudadanos conozcamos con certeza, su actuación en operativos, exista rendición de cuentas y se fortalezca la confianza.
Por ejemplo, por medio de una solicitud de información hecha a la Sedena, sabemos que desde enero de 2006 y hasta abril de 2014 la contabilidad de “agresores fallecidos con motivo de las agresiones con arma de fuego en contra del personal militar fue de 3 mil 907 personas y que se presentaron 410 decesos militares en ese mismo periodo. Sin embargo desconocemos cómo y en dónde se dieron los hechos; el estatus de los militares desaparecidos y las acciones para localizarlos.
Con la Policía Federal pasa lo mismo, se informa poco cuáles son las condiciones en que están las familias de los policías caídos o si les dieron una liquidación digna a su familia o si quedaron los hijos becados.
En este sentido, la marcha también es una posibilidad pacífica para mejorar nuestra seguridad y urgir a las autoridades de los estados, especialmente de Guerrero, Jalisco, Michoacán y Tamaulipas a profesionalizar a las instituciones policiales para que paulatinamente las fuerzas militares dejen de suplirlos en seguridad pública.
Por eso, si como ciudadanos somos capaces de solidarizarnos con las víctimas de la delincuencia, si estamos colmados de muertes que dejan a familias incompletas, y si estamos convencidos de que es la ciudadanía la que debe exigir y empujar acciones que nos lleven a la paz, entonces acompáñanos con tu familia en esta oportunidad que tenemos para demostrarlo.
Twitter: @MaElenaMorera