1.- El próximo día 17 de junio se cumplirá un aniversario más del natalicio del General Manuel González, quien fue Presidente de México, y no se advierte hasta la fecha ningún propósito de recordarlo. Así de olvidadiza es, en ocaciones, la memoria histórica de los pueblos.
2.- Manuel González nació en el rancho “El Moquete” en Matamoros, Tamaulipas, el 17 de junio de 1833. Se integró al ejército como soldado raso en 1853. Ofreció sus servicios al Gobierno de Benito Juárez durante la intervención francesa. Fue jefe del Estado Mayor Presidencial del General Porfirio Díaz. Participó de manera decisiva en la toma de Puebla el 2 de abril de 1867, y en la ocupación de la Ciudad de México.
3.- En ese mismo año ascendió a General de Brigada y Comandante Militar del Distrito Federal. Secundó a Profirio Díaz en las rebeliones de “La Noria” (1871) y Tuxtepec (1876). Fue Gobernador de Michoacán en 1877, Secretario de Guerra y Marina en 1879, y Presidente de la República de 1880 a 1884.
4.- Le llamaban “El Manco” y sus audacia militar exagerada lo llevó a ser herido en diecisiete ocasiones. Las cicatrices en su cuerpo mostraban huellas de bala y metralleta. Una marca permanente sobre su rostro daba testimonio de la lesión recibida por la afilada hoja de un sable, y sin embargo, a la hora del combate nunca se arredró. Era un hombre siempre dispuesto para la guerra.
5.- En la defensa de Matamoros, el joven Manuel compartió la trinchera con su padre, don Francisco González. Fue su primera acción armada aunque, paradójicamente, también significó su orfandad definitiva, pues antes de la rendición de la plaza, don Fernando cayó muerto por las balas del invasor.
6.- A partir de la guerra contra la Intervención y el Imperio (1862-1867), Manuel González y Porfirio Díaz forjaron una estrecha amistad y llegaron incluso a ser compadres. Fue en el asalto republicano a la ciudad de Puebla, el 2 de abril de 1867, cuando González perdió el brazo derecho. En Tacoac, en 1876, su oportuna intervención y una herida que abrió nuevamente su muñón, significaron el triunfo de la Revolución de Tuxtepec, y con ello la Silla Presidencial para Porfirio y el Ministerio de Guerra para González.
7.- En los cuatro años que relevó en la presidencia al dictador, Manuel González no ejerció el poder, lo padeció. De nada le valieron sus cualidades militares. El impulso a la construcción de ferrocarriles, el crecimiento de la red telefónica y la fundación del importante Banco Nacional de México, palidecieron ante los escándalos de corrupción que envolvieron su gobierno.
8.- Una crisis hacendaria impidió al Ejecutivo cubrir durante diez meses el sueldo a los empleados públicos. La emisión de moneda de níquel que intentaba sustituir a la plata, se depreció en un 60 por ciento, provocando un violento motín en la Ciudad de México. Sus enemigos y la prensa se ensañaron con su gobierno y fue un secreto a voces la existencia de una campaña de desprestigio en contra de “El Manco”, orquestada desde el anonimato por su compadre Porfirio Díaz.
9.- Retirado del escenario nacional, Manuel González, ocupó la Gubernatura de Guanajuato hasta su muerte. Hombre de lealtades, de su boca jamás salió un reproche para su compadre Porfirio Díaz. Murió el 8 de mayo de 1893 en su hacienda de Chapingo, y durante su entierro se hizo famosa una frase que, como epitafio, resumía la personalidad del viejo guerrero: “Tenía un solo brazo, pero de hierro; y una sola mano, pero de amigo”. Sus restos descansan en la Rotonda de los Hombres Ilustres del Panteón Civil de la Ciudad de México, y nunca los matamorenses los han reclamado.