México llega a la elección federal en medio de una crisis que por primera vez en mucho tiempo pone en riesgo la realización de los comicios en varias entidades del país.
Guerrero, Michoacán y Oaxaca son tres estados donde hay grupos que abiertamente se manifiestan por boicotear la elección y parecen decididos a conseguirlo.
Las imágenes de quema de material electoral, toma de instalaciones, y vandalismo de todos los tipos incendian los televisores y páginas de los diarios, mientras el Gobierno sigue llamando al diálogo.
Con la “suspensión” de la evaluación magisterial, la administración de Peña Nieto apostó fuerte: le concedió a la CNTE una de sus exigencias más importantes, a cambio de una tregua que —ya deben haberse dado cuenta— obviamente no va a llegar.
Por eso ahora el Gobierno de la República enfrenta el peor de los escenarios: evidenció debilidad al ceder ante la presión de un grupo tan desacreditado como la coordinadora, y no obtuvo nada a cambio. Al contrario, llega al día D con altísima tensión en gran parte del territorio nacional.
Con un agregado: quienes conocen las dinámicas de las fuerzas armadas, advierten que la expulsión de los militares de las oficinas del INE en Oaxaca representa una afrenta que seguramente causó malestar entre los altos mandos castrenses.
Una oportunidad además que no dejó pasar el presidente Felipe Calderón, quien criticó la medida con un tuit que resulta inédito por ser la primera vez que un ex mandatario critica tan específicamente el actuar de su sucesor en temas relacionados con las fuerzas militares.
A este escenario que ya de por sí resulta inquietante, se suman los asesinatos y desapariciones de candidatos y políticos relacionados con la contienda electoral.
Hasta ayer la suma era de 21, demasiados sobre todo si se toma en cuenta el ambiente volátil que vive el país a tres días de la elección.
Ante tal panorama, aunque pueda parecer exagerado, más que pedir un ejercicio democrático perfecto el domingo, la primer meta —para no ser tan ambiciosos— sería que la elección pueda llevarse a cabo en todos los estados del país.
A reflexionar
Nos encontramos en esa etapa del proceso que pomposamente el Instituto Nacional Electoral llama de reflexión, que uno agradece solamente porque en la práctica significa el fin de las campañas políticas.
Son tres días en los que nadie puede hacer promoción del voto. Pero son también la antesala a una campaña todavía más grande, más acalorada, y que seguramente tendrá más impacto en la sociedad.
Para nadie es secreto que el 8 de junio comienza el camino por la gubernatura. Equipos compactos a lo largo de toda la entidad, preparan proyectos políticos que echarán a andar el lunes. Lo único que les falta son los resultados del domingo.