Una de las características del proceso electoral 2015, cuyo día central será el domingo 7 de junio, es la competencia que se escenificará, por primera vez, entre 10 partidos políticos (sin olvidar el registro de los candidatos independientes).
Como nunca antes, asisten a las urnas como protagonistas una decena de organizaciones políticas que, supuestamente, cuentan con una estructura de militantes y que, en teoría, emprendieron una campaña electoral para captar votos y simpatías ciudadanas.
A la contienda constitucional se incorporaron tres nuevos partidos políticos: Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), Humanista y Encuentro Social.
En las boletas ya aparecían, por orden histórico, los siguientes partidos: Acción Nacional (PAN), Revolucionario Institucional (PRI), de la Revolución Democrática (PRD), Partido del Trabajo (PT), Partido Verde Ecologista de México (PVEM), Movimiento Ciudadano y Nueva Alianza (PANAL).
Se supone que los 10 partidos ofrecen una plataforma política e ideológica con sus propuestas para mejorar las condiciones sociales y económicas del país, una nación que padece y arrastra, desde hace mucho tiempo, una gran cantidad de problemas que impiden su desarrollo.
De los 7 partidos políticos que ya existían, 3 son considerados como los principales en el contexto nacional: PRI, PAN y PRD. Por supuesto, su influencia tiene que ver directamente con la región o estado. Por ejemplo, el Partido de la Revolución Democrática es competitivo en Guerrero o Michoacán, pero en Nuevo León o Tamaulipas su poder de convocatoria es escaso.
Por su parte, el PRI y el PAN son partidos hechos y derechos. Los únicos que poseen una auténtica estructura nacional en cuanto a organización. Uno, el Revolucionario Institucional, opera bajo el esquema de un partido de masas. El otro, Acción Nacional, es un partido de cuadros. Ambos modelos, mientras sean competitivos en las urnas y positivos en sus resultados, son válidos.
Otros 3 partidos de los 7 que ya competían, se encontraban en un plano secundario: PVEM, PANAL y Movimiento Ciudadano se mueven de acuerdo a los escenarios regionales o estatales, pactando, en ocasiones, alianzas electorales.
Además, registran sus propias características: el Partido Verde, por lo regular, obtiene buenas votaciones por sí solo en las elecciones federales intermedias, como la actual, 2015. Nueva Alianza cuenta con un voto duro, el de sus agremiados, los profesores (aunque cada vez más difíciles de controlar).
Y el Movimiento Ciudadano, en esta ocasión, con una dirigencia nacional que apostó por la designación de candidatos con liderazgo propio y provenientes de otros partidos políticos, como fue el caso de Gustavo Cárdenas Gutiérrez, candidato naranja a la diputación federal por el Quinto Distrito, con cabecera en Ciudad Victoria.
De esos 7 partidos políticos que ya competían en los anteriores procesos, el PT es una agrupación que parece destinado a su desaparición. Al menos que trate de establecer alianzas electorales estratégicas con el PRD en el corto plazo, no se observa por dónde pueda sobrevivir la agrupación que en el pasado todavía portaba como símbolo dizque comunista la hoz y el martillo.
¿Y qué pasó con los 3 nuevos partidos políticos durante esta campaña electoral? Pues no pasó gran cosa. La única organización que destacó de la tercia fue el Movimiento de Regeneración Nacional, aunque también depende de la zona, región o estado.
El Distrito Federal es la única entidad en la que puede ganar algo Morena, ya sea una delegación, una diputación federal o local. Como todos los partidos de izquierda, en el norte del país el partido de Andrés Manuel López Obrador ‘no pinta’ y tiene poco o nada qué hacer en las urnas.
Vaya, ni siquiera en Michoacán y Guerrero (estados gobernados por un partido de izquierda, el PRD) tiene posibilidad alguna de llevarse algo el Movimiento de Regeneración Nacional. En esos lugares, sus simpatías rondan el 2 o 3 por ciento.
Por tanto, la gran apuesta de Morena es ganar una, dos o tres delegaciones en el Distrito Federal, donde las encuestas favorecen al PRD, un partido que todavía tiene el control de las estructuras populares.
Más allá de la Ciudad de México, el partido de Andrés Manuel López Obrador no registra mayor presencia. Es el caso de Tamaulipas. Las huestes de ‘El Peje’ van a sumar unos cuantos votos en las urnas después de unas campañas deslucidas. No se puede esperar más de un partido controlado por un solo hombre.
Los nuevos partidos que nomás no hicieron ruido alguno fueron el Humanista y Encuentro Social. Tal vez, el PES, cuya pretendida estructura religiosa, intentó hacer una que otra actividad proselitista, como sucedió en Tampico, pero nada trascendente.
¿Y el Partido Humanista? ¿Alguien conoció a sus candidatos a las diputaciones federales en Tamaulipas? ¿Alguien sabe quién es el candidato del Partido Humanista a la diputación federal por el Octavo Distrito, con cabecera en Tampico?
Ambos partidos, Encuentro Social y Humanista, son la clara muestra de que el sistema político mexicano se encuentra regido en buena medida por una partidocracia, dueña de infinidad de recursos económicos y con nulo o raquítico contacto con la sociedad.
Así opera la democracia mexicana: muchos partidos políticos, pero pocas nueces.