Votar es un derecho constitucional. Pero también, una obligación. Y es la vía más adecuada para evitar que otros decidan (por Usted) qué actor irá como su representante a la LXIII Legislatura de la Cámara de Diputados.
La federal, por supuesto.
Por ello resulta imperioso acudir hoy a la casilla que le corresponde.
Y en la urna cruzar la boleta.
En favor de quien a Usted mejor le plazca. Sin presiones. Sin que en su arresto influyan el marido o la esposa, según sea el caso; tampoco los compadres, amigos, hijos ni parentela.
Obviamente me refiero a los 2 millones 627 mil 510 ciudadanos aquí (en el terruño) empadronados.
A los casados; a quienes viven en amasiato o separados y a los que todavía permanecen solteros.
Su inclinación sexual, no importa.
Igual hago este llamado a los jóvenes en edad de votar. Por ser, hoy como nunca, el presente de México. No el futuro, como la miseria política los tipifica, en claro afán de dominarlos, controlar su ímpetu y someterlos pa’ que no hagan ruido, según ‘la línea’ marcada (ya) en los diez partidos políticos con registro oficial.
Y la muestra más clara aconteció al repartirse las candidaturas.
Respecto a las mujeres que igual son mayoría en la lista nominal, sé que éstas ya tienen y mantienen definido su voto.
Bueno, al menos en gran porcentaje.
Lo sustento en los esquemas ofrecidos por algunas de las empresas encuestadoras. Y por los resultados de las tres contiendas anteriores (las del 2012, 2009 y 2006), en que las féminas figuraron como el sector más participativo de la sociedad.
Sin embargo el espectro del abstencionismo amenaza (otra vez) con alzarse con la victoria absoluta como ocurrió en el proceso intermedio del 2009, para elegir (también aquí en Tamaulipas) ocho diputados federales de mayoría relativa.
De ahí la importancia de su contribución, lector amigo, para que esta vez la democracia sí avance. Para que nadie más, que usted, decida qué mujer o varón, en los tres años sucesivos, habrán de ‘representarlo’ en el Congreso de la Unión.
Lección esperada
Ahora bien, en el entendido de que nada está dado y que los electores siempre tendrán la última palabra, vale la pena insistir en que acudamos a las urnas (todos los ciudadanos) y demos una lección de poder cívico a través del voto.
La apatía y en consecuencia el abstencionismo, son fenómenos que frenan el desarrollo de la democracia, en tanto permiten la instauración de legislaturas minoritarias, abriendo así una serie de tentaciones y vicios que deben sepultarse.
El voto en manos consientes significa un freno al autoritarismo y es un excelente instrumento de lucha para construir una vida mejor, en donde el pueblo mande y los diputados obedezcan la determinación popular.
Aquí radica la importancia de ejercer libremente el voto en beneficio de los candidatos y partidos de su preferencia.
Por lo mismo es conveniente fortalecer la cultura cívica, donde nadie quede sin emitir su voto para tener derecho de exigir el cumplimiento del proyecto por el que se opta.
No desestime que nuestra Carta Magna le garantiza a Usted, como ciudadano, el derecho a participar (con su voto) en todos los procesos electorales.
Vote usted por quien quiera, pero hágalo, para que este ejercicio democrático cuente con la real participación de la sociedad.
No sólo de los políticos.
De abstenerse podría convertirse en cómplice de la ilegalidad y aceptar que los futuros diputados federales lo representen por mandato de la minoría distrital.
¡Ah!, y si alguien lo cuestiona por querer participar, pregunta a favor de quien cruzará la boleta o trata de inducir su voto, cuando menos miéntele la madre.
Recuerde: el voto es libre, secreto, directo e intransferible.
Otra recomendación: si alguien le ofrece dinero por ir a las casillas, agárrelo, pero en la urna cruce la boleta como se lo dicte su conciencia.
Al fin y al cabo nadie se dará cuenta, pero sí habrá contribuido al avance de la democracia.
Oportunidad histórica
El Instituto Nacional Electoral (INE) ofrece mantener firme el compromiso de que la justa comicial se desarrolle transparentemente.
Por ello es preciso que los partidos políticos (participantes) alcancen un acuerdo de civilidad. Y, hasta eso, por voluntad propia, a fin de que el proceso resulte el más aseado de los que se tenga memoria.
Establecido lo anterior ¿qué caso tiene dar tan brinco cuando el piso luce parejo.
Todo listo
El consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova Vianello, dice que ese organismo se encuentra listo para desarrollar ‘en paz’ la jornada comicial en que se elegirán 500 diputados federales (son 300 de mayoría relativa y 200 de representación proporcional).
En cuanto a la seguridad de los votantes, sostiene que esta tarea es facultad de las autoridades gubernamentales, pero descarta que brote un clima adverso para el buen desarrollo de la contienda.
Y por lo que respecta a su responsabilidad, comenta que el material, mobiliario y equipo, también se encuentran listos. Igual el personal de las casillas distribuidas en los 300 distritos de toda la geografía nacional.
Respecto al plano doméstico, el presidente de la Junta local del INE, Arturo de León Loredo, coincide con la apreciación de Córdova Vianello.
De más a menos
Recuero bien que en los procesos electorales federales del 2006, 2009 y 2012, no todos los candidatos priistas que compitieron por las curules de mayoría relativa fueron los adecuados, aun cuando el alto mando tricolor afirmara, una y otra vez, que eran sus mejores cuadros.
Y de eso sacaron ‘raja’ los abanderados albicelestes para echarse a la güeva –es decir, no hicieron campaña–, por saber de antemano que el voto de castigo, en contra de los priistas, les aseguraría arribar al Palacio Legislativo de San Lázaro.
Acudo al hecho porque en esta contienda son precisamente también los candidatos antagónicos al PRI quienes se negaron a hacer campaña, intensa y de cara al electorado, por igual suponer que el voto de castigo los favorecería.
Ojalá yerren en sus pronósticos. Lo que significaría que irían de más a menos en la repartición del pastel electoral, sin haber participado en su elaboración.
Tarea desatendida
En los días previos a éste domingo los diez partidos políticos con registro oficial apenas empezaron a mostrar preocupación por alentar el voto.
Sin embargo, mantengo firme la sospecha de que el abstencionismo les ganaría la partida, por lo que habría victorias que resultasen más que cuestionadas.
Y es que ésa promoción debieron iniciarla desde el momento mismo de arrancado el actual proceso (esa asignatura tampoco fue atendida por el INE, pese a ser el encargado de la organización comicial), aun cuando los indicativos emanados de las encuestas, los sondeos de opinión y de algunos análisis, advirtieron en tiempo y forma la apatía ciudadana para participar en el proceso y, lo peor, para acudir a las urnas.
Los primeros –o sea los partidos políticos–, le apuestan inicialmente al abstencionismo como una forma de no ver exhibida su debilidad, en tanto que el INE se distrajo aplicando multas sin ton ni son ya en plena contienda, descuidando así su tarea principal.
En el plano doméstico, los partidos antagónicos al tricolor tampoco prendieron ni sus faroleros candidatos aprendieron a hacer proselitismo.
Y por lo que respecta a los membretes, sé que los comités estatales no se mueven sin la ‘línea’ del centro del país, mientras que sus múltiples abanderados ignoraron cuándo, cómo y dónde llevar a cabo su promoción del voto.
Tan es así que durante los dos meses de campaña fue difícil verlos.
Y sólo se notaron las cuadrillas de jóvenes en las calles y avenidas repartiendo propaganda –la autorizada por el INE–, como otrora tanto se acostumbró.
A eso obedece que en los más recientes fines de semana salieran a la calle decenas de simpatizantes tanto del PRI como del Panal, Acción Nacional y del membrete del Sol Azteca, en busca del apoyo ciudadano, que durante todo el proceso tanto soslayaron.
Hartados de spots
En los cortes de la programación estelar que ofrece la televisión privada, a lo largo de la última semana se transmitió cualquier cantidad de spots promocionando el voto. Pero más que animar la participación ciudadana se alentó el abstencionismo, merced a la demagogia y la agresividad de sus contenidos.
Incluso, en el sainete de spots, aunque con menor presencia y en la televisión de paga, aparecieron algunos candidatos a la Cámara baja, cuyos mensajes podrían generar resultados tan adversos como los del primer grupo.
Y es porque muchos de los políticos que juegan en esta competición adolecen de credibilidad.
Eso en principio, pues igual debe considerarse el hartazgo que entre los ciudadanos provocó la danza de promocionales televisivos.
Para muestra basta un botón, reza la sabia conseja popular, y Usted seguramente lo comprobó al encender el televisor en su domicilio, centro laboral o estando de visita en casa ajena.
De inmediato aparecían en cuadro candidatos ofreciéndose como la panacea para aliviar cuantos males padecen México y sus cerca de 125 millones de habitantes.
Enseguida o viceversa, se transmitían producciones editadas por los partidos políticos que juegan solos o coaligados; y otras donde se atacó frontalmente al adversario, con guiones o imágenes que muchas veces no correspondían a la época.
Sin embargo alcanzaron un mismo objetivo: cansar al electorado.
Primeros ganadores
En esta comedia, lo que menos interesó a Televisa, TV-Azteca ni Grupo Milenio fue divulgar el llamado al voto, pues cada consorcio de antemano se sabía ganador en el aspecto económico.
Y si acaso ‘algo se jugaron’ en esta contienda, fue, precisamente, la supremacía monopolizadora.
Posiciones en juego
Además de elegir 300 diputados federales (en todo el país), hoy también habrá comicios en 17 estados para designar (en nueve) gobernador, 903 ayuntamientos y 609 legisladores locales.
En esas demarcaciones claro que podría haber sorpresas, pues si el Partido Acción Nacional (PAN) va en picada no menos halagüeño asoma el panorama para el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Ni para el membrete del Sol Azteca (PRD).
Menos para la mentada chiquillada.
Estridencia en puerta
Aquí, en Tamaulipas, el membrete albiceleste opera ya una estrategia de confrontación postelectoral.
Y su punto de partida, según se advierte, es ignorar todo llamado a impulsar una jornada comicial de altura y respeto.
Ahí tiene usted, por ejemplo, los desplantes del senador Francisco Javier García Cabeza de Vaca, que en el escándalo y la diatriba finca su ilusión de acrecentar las posiciones legislativas de Acción Nacional, orientando sus esfuerzos a nulificar al adversario tanto como a la autoridad electoral y al aparato burocrático estatal, utilizando cualquier instrumento o medio a su alcance con fines beligerantes y perversos.
Y es que los caminos de la civilidad y el respeto no forman parte de su lenguaje.
Por el contrario, acostumbrado está a la agresión oral y la calumnia, en tanto sus caprichos no sean cumplidos.
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