19 diciembre, 2025

19 diciembre, 2025

Sucesión adelantada

Golpe a golpe

Una vez definida la asignación de las curules uninominales en la Cámara de Diputados –y considerando que el reparto de las plurinominales es de puro trámite–, el rejuego de la sucesión adelantada cobra mayor impacto aquí en el terruño.

Sobre todo por los prematuros (auto) destapes de Enrique Cárdenas del Avellano, Ramiro Ramos Salinas y Marco Antonio Bernal Gutiérrez; o por la insistencia con que se han manejado los nombres de otros priistas, que (‘entre líneas’) también admiten interés, como son: Baltazar Hinojosa Ochoa, Miguel Ángel González Salum, Edgardo Melhem Salinas, Luis Alejandro Guevara Cobos, Mercedes del Carmen Guillén Vicente y José Elías Leal.

De ahí lo improductiva que pudiera resultar la convocatoria de Víctor Emanuel Díaz Palacios –todavía delegado del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) priista–, para frenar sus ímpetus, bajo el argumento de que ellos y toda la militancia “deberán esperar los tiempos electorales; y respetar los estatutos partidistas para la selección de sus candidatos, para el proceso (comicial) del 2016”.

Lo advierto porque sé que ninguno de los tres (auto)destapados son políticos que se dejen mangonear por otro ajeno al estado, aun y cuando lo hayan enviado del centro del país. Y menos, si en juego está su futuro.

Respecto a los otros aspirantes quizás sí, públicamente, ‘acepten’ la línea marcada por el poblano, pero en realidad, todos y cada uno animan en petit comité su pretensión y hasta sé que ya han diseñado estrategias encaminadas a posicionarlos en los 43 municipios de la geografía estatal y allá en la Ciudad de México.

 

Recuento concluido

El escrutinio del proceso electoral federal, concluyó apenas en la víspera (fecha límite acorde con la reglamentación oficial), pues en cerca del 25 por ciento de los 300 distritos hubo recuento parcial o total de la votación emitida en urnas.

No obstante, ya se entregó la mayoría de las constancias.

Y según los resultados finales, puede advertirse que los partidos del Trabajo (PT) y Humanista (PH) perdieron su registro al no alcanzar el 3% de la votación contabilizada.

Con los otros cinco membretes que integran la mentada ‘chiquillada’ la legislación en la materia fue harto benevolente (al cederle espacios en la Cámara baja del Congreso de la Unión), hasta el grado que serían los fieles de la balanza en la toma de decisiones.

Y eso que, en las urnas, los electores desestimaron la presencia de los partidos Movimiento Ciudadano (MC), Movimiento Regeneración Nacional (Morena), Nueva Alianza (Panal) y Encuentro Social (PES).

El Partido Verde Ecologista de México (PVEM), como siempre, jugó a las pegadas.

A ello obedece que la LXIII Legislatura de la Cámara de Diputados, si acaso el Tribunal del Poder Judicial de la Federación (conocido como Trife) no determinase lo contrario (en los resolutivos que habrá de tomar tras las impugnaciones que están a la orden del día), quede integrada de la siguiente forma:

Partido Revolucionario Institucional (PRI): 185 curules, aunque 160 las compara con su socio ocasional; 57 quedarían en manos del Partido Acción Nacional (PAN); 37 gana el Partido de la Revolución Democrática (PRD), de las que 27 fueron en coalición con el PT; 13 pasan a poder de Morena; 10 logra el MC; 1 el Panal y otra un candidato independiente.

 

Minorías mandonas

Bajo esta premisa ninguno de los partidos tendría la mayoría absoluta en el Palacio Legislativo de San Lázaro, por lo que los diputados priistas, de Acción Nacional y perredistas –aceptando que son las organizaciones con más presencia política en nuestro país–, obligados estarían (ya en funciones) a cabildear, negociar y buscar acuerdos con sus homólogos de la multimentada ‘chiquillada’, pues de otra forma sería prácticamente imposible que avancen en sus objetivos.

Y es aquí, precisamente, donde los partidos minoritarios resultarían más fuertes que los mayoritarios, pues ya en el quehacer legislativo toda dependencia en el proceso electoral quedaría olvidada, dando paso a las concertacesiones y acuerdos en lo oscurito.

¡Qué grave! Pero lo peor del caso es que la reglamentación electoral lo permite.

Obvio, al darles tantas canonjías.

 

Impugnaciones

Una vez calificada la contienda para designar 500 diputados federales, a partir de hoy compete al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (Trife) resolver conforme a derecho toda impugnación de los diez partidos participantes y/o de sus candidatos.

Y es que el rejuego postelectoral no termina hasta que se acaba.

Es decir, pa’ darle vuelta a la página es necesario que esa instancia concluya sus trabajos.

¿Cuándo?

Quizá antes de que concluya el mes en curso.

Así lo considero porque ya también se agotó el plazo legal que se concede a los inconformes para presentar quejas.

Inmediatamente el Trife habrá de desahogar cada caso en particular y ofrecer sin dilación alguna sus resolutivos.

De ahí mi consideración de que antes de terminar junio sea disipada cualquier duda, al menos jurídicamente, sobre los triunfos y fracasos.

Igual amerita una reflexión generalizada sobre el comportamiento que tras el escrutinio adoptaron los jerarcas partidistas y candidatos.

Por una parte, suman muchos los que reconocieron el veredicto del Instituto Nacional Electoral (INE) –sustentado en los votos depositados en las urnas–, aceptando que el resultado les fue desfavorable, y, por otra –como ya es su costumbre–, los menos recurren a la impugnación, pues para ellos la democracia sólo es privilegiada cuando ganan.

Y que conste, aquí resultan involucrados los diez partidos políticos con registro oficial y una caterva de sus candidatos.

Lo peor del caso es que los inconformes despliegan una estrategia de confrontación –no sólo con sus adversarios ocasionales, sino con la autoridad misma–, dándose a la tarea de poner en tela de juicio la imparcialidad de los comicios.

A la hora de la verdad volvemos a ser testigos de actitudes y conductas irreductibles que apuestan a reventar el proceso mediante fantasiosas denuncias e impugnaciones, montando un espectáculo grotesco.

Esta tónica, por desgracia, ha encontrado eco en las llamadas redes sociales exhibiendo una imagen que no corresponde a la realidad– hasta el grado de poner en entredicho la civilidad y participación ciudadana–, y ante los ojos del mundo mancha a nuestro país.

De ahí que a pocos analistas y líderes de opinión les sorprenda este operativo montado por quienes fracasaron en su intento de instalarse en el poder por el poder mismo.

 

Reclamo recurrente

La cultura de la impugnación en los asuntos comiciales, sigue siendo el talón de Aquiles de nuestra democracia, como queda evidenciado con la inconformidad surgida tras los resultados electorales de la justa que ya acaricia su etapa final, a cargo de un tribunal que se supone es apolítico e imparcial.

Y es que como en todas las luchas en que está de por medio la conservación o búsqueda del poder, los actores principales acuden a cuanto recurso esté a su alcance a fin de lograr el objetivo fijado.

Esto además incluye acciones que se sitúan al margen de la ley, aunque en público se niegue.

Es por demás evidente que las más de las veces los opositores no ajustan su actuación en la normatividad existente, y, por el contrario, de manera reiterada y sistemática, tienden a violentarla.

En un principio se benefician de las prerrogativas y del reparto de posiciones de representación popular, pero cuando lo consideran necesario, lanzan una embestida en contra del sistema electoral del cual fueron o son copartícipes.

Lo más recomendable para ellos, por tanto, es que practiquen un examen de conciencia.

Que razonen seriamente la postura que asumen en la coyuntura postelectoral, con una perspectiva de dignificar la política no en base al pragmatismo utilitario.

 

Examen de conciencia

Acá en Tamaulipas, principalmente en el V distrito electoral con cabecera en Victoria, Gustavo Cárdenas Gutiérrez no tiene el derecho moral, aunque sí legal, de inconformarse ante todo y por todo, por lo que es recomendable que ponga el ejemplo de llevar a la práctica el examen de conciencia sugerido (líneas arriba) –so pena de que el escarnio público lo haga perro del mal–, a fin de que realmente considere algunos puntos elementales que lo llevaron a la derrota:

1) Que en una elección triunfan los personajes que tienen arraigo y trabajo entre los diversos segmentos sociales, y no los improvisados ni los aventureros que le apuestan a la suerte y el escándalo como estrategias de campaña.

2) Que no basta con asegurar que hubo irregularidades en el proceso electoral, toda vez que lo fundamental es aportar pruebas. Sobre todo cuando la sociedad está harta de especulaciones y mentiras; hoy exige hechos contundentes y ya no se deja llevar por supuestos, en aras de conseguir un triunfo en las instancias judiciales que por voluntad propia le negó la ciudadanía.

3) Si se está en desacuerdo con las reglas fijadas en la competencia electoral, hay que convencer a los electores, los partidos políticos y a los factores de poder, para que sean modificadas de manera seria y responsable, en beneficio de la equidad y el desarrollo democrático.

4) Es pertinente abandonar la dualidad con que se asumen los resultados electorales; es decir, es de irresponsables hablar de transparencia y limpieza cuando se gana, y de trampas y violaciones al ordenamiento electoral, cuando se pierde.

5) Es impostergable revalorar que son órganos ciudadanos los que conducen los comicios y el funcionamiento de los mismos. En todo caso son perfectibles, pero no se les puede enjuiciar de manera frívola e irresponsable, sin proponer alternativas viables.

¿Acaso ya lo hizo?

Esta interrogante va también con copia a todos y cada uno de los inconformes que en las urnas no alcanzaron el triunfo que hoy tanto pelean en los tribunales.

 

Las desigualdades

Nuestro país exhibe asimetrías en su desarrollo económico, político, social y cultural.

A lo largo y ancho del territorio nacional coexisten la abundancia y la marginación; la riqueza y la pobreza. En las regiones se observan auge y rezago, e incluso en las 32 entidades ocurre este fenómeno.

Los estados del norte, desde Baja California hasta Tamaulipas, han sido superiores en prosperidad comparados con entidades del sur, como Chiapas, Oaxaca o Guerrero, pues acá la gente ha dejado constancia de su carácter emprendedor y ganas de sobresalir, mientras allá se apuesta todavía al paternalismo gubernamental.

Para lograr esta actitud, contribuyen una serie de factores de índole estructural, pero también tiene que ver con el aspecto educativo –nunca el cultural, pues el sur de la Patria exhibe manifestaciones que han sido ejemplo internacional–, y, por supuesto, de actitud ante el progreso.

Es evidente que a las entidades fronterizas del norte les beneficia su vecindad con la Unión Americana –que por cierto mantiene la principal economía del orbe–, pues ello propicia que haya inversión de capital extranjero en diversas ramas de la producción –principalmente en la industria–, lo que permite la generación de innumerables fuentes de trabajo y, en consecuencia, que la gente tenga un modo honorable de ganarse la vida.

Así, los centros de comercio y prestación de servicios crecen en un ambiente de certidumbre; y el mercado interno se expande en beneficio de las familias que de esta forma encuentran alternativas de vida, que es el mejor parámetro para medir la salud colectiva de un conglomerado humano.

Resulta obvio que la relación con el exterior no es la vara mágica para que una economía crezca y se desarrolle.

La base primordial en el que debe descansar la fortaleza de una entidad o nación, son los factores de producción local.

Los poseedores del capital doméstico y una fuerza laboral suficiente y capacitada, que permita alcanzar altos grados de productividad que marquen la distinción en la elaboración de la cantidad y calidad de los bienes y servicios, significan la clave de cualquier proyecto productivo.

Lamentablemente aquí, como en todo México y en el extranjero, los empresarios sólo disponen de sus recursos una vez que analizan las ventajas competitivas y se convencen de que existen condiciones favorables a sus intereses.

Antes de ello no arriesgan en lo mínimo.

De ahí que la actividad gubernamental sea clave al facilitar las condiciones para que la clase empresarial desarrolle su actividad en escenarios favorables, tanto de disposición de mano de obra calificada como de insumos, leyes y procesos que simplifiquen el asentamiento de fuentes de generación de empleo y riqueza.

Entonces la clave del desarrollo es contar con un buen gobierno que tenga visión de largo alcance y sea capaz de armonizar los factores de la producción en torno a un objetivo común, que en el centro coloque al ser humano.

En este sentido, la política es el instrumento por excelencia que es menester privilegiar a fin de sumar fortalezas y encauzarlas en beneficio de la colectividad.

Y la sociedad ya dio su calificación en las urnas.

 

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