19 diciembre, 2025

19 diciembre, 2025

Crónica urbana

«El que da de lo que come…»

Crónica Urbana

Come de lo que huele. Los tiempos de hoy tan alejados de la cordialidad cotidiana a lo mejor tienen más atributos de bienestar, pero los tiempos de ayer, que nos tocó vivir eran de bondades urbanas. El respeto por la familia, el afecto de los vecinos y la solidaridad en el trabajo y en los esfuerzos colectivos.

Es que la gente de ayer era más confiada y la generosidad brotaba a manos llenas aún en las carencias y en los desencantos.

Tampoco creo que todo lo de ayer fue mejor si comparamos el confort de nuestros días. Digo que fue mejor en el sentido del gesto humano como acto solidario y respeto entre vecinos que venía de la misma familia. No importaba si era pobre o rico, el respeto se mamaba desde el pecho de nuestrazs madres y el trabajo diario.

Hay un comparativo ante la pobreza; los pobres de hoy no buscan comida, buscan dinero, como decía Nelson Rockefeler, «dinero en efectivo». Con su bolsa al hombro, los pordioseros recorrían la ciudad para «echarse un taco».

Hoy, el pordiosero aspira a diez pesos, veinte pesos, cincuenta, dependiendo de la calidad de vida de la zona en que transita. Abordan la pandilla de niños los cafés, restaurantes, tiendas para solicitar una moneda para «echarse un taco». Ya no hay gracias, ni bendiciones como respuesta, hay eso sí, «un pinche viejo», «un pinche vieja» como respuesta quedito a quien no les da.

El respeto por la gente mayor es nula. Conversar groseramente ante niños o damás es cosa común. Mentar la madre, dirigir palabras obscenas sin medir las condiciones y el lugar es cosa de todo los días.

Asistimos a la muerte del respeto por la gente, por los vecinos y hasta por los amigos. El gesto solidario es contado con los dedos de las manos, por eso encontrar personas bellas de corazón es el encuentro con la esperanza y el amor por el prójimo.

La tía Bella, Beatriz Gutiérrez Garza, Gutiérrez de Treviño, decía que «El que da de lo que come, come de lo que huele», es que antes se compartía con el vecino, con la gente lo que las manos hacían. Hoy no podemos dar de «beber al sediento» porque el agua es muy cara, y más caro cumplir con los mandamientos de Dios.

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