19 diciembre, 2025

19 diciembre, 2025

Laberintos del poder

Jugando al Tío Lolo…

Laberintos del poder

No acostumbro abordar temas que trasciendan las fronteras nacionales. Por lo general me parece que juego al Tío Lolo elucubrando historias que están más allá de mi magín y a las cuales maldito el caso que les hacen.

Pero las excepciones de vez en cuando brotan. Y hoy es el caso de una de ellas. Me nace, como dicen en mi natal Río Bravo.

El culpable es el millonario norteamericano Donald Trump, quien desde hace tiempo ha tomado a nuestro país como blanco de burlas, acusaciones, ofensas y toda clase de desahogos por algunos tropiezos comerciales sufridos. Lo había hecho a título personal pero ahora lo hace como aspirante a la candidatura por la Presidencia de Estados Unidos. Y desde luego, cala más.

No entraré en detalles para no perder el tiempo. Me quedaré únicamente con el señalamiento de este personaje de que México sólo envía al vecino país delincuentes. Lo peor, según él.

Me molesta esa postura por dos razones. La primera es que vivimos en un estado limítrofe con los gringos y precisamente los tamaulipecos estamos entre los más afectados por el hambre de droga que aqueja a los norteamericanos. Sufrimos por eso, las consecuencias de que nuestros gobiernos se preocupan más por servir a los intereses de pelo rubio y ojos azules que a los de casa, con un balance espeluznante. La droga sigue llegando en forma generosa a ellos y aquí también se derrocha, pero en muertos.

La segunda es que los mexicanos somos los que sostenemos en gran medida la economía del comercio estadounidense en sus estados fronterizos. Para confirmarlo, va un dato que en lo personal me da grima:

Sólo en California, el Estado más rico de la Unión Americana, los paisanos dejan cada año alrededor de 6 mil millones de dólares en consumos de todo tipo. Al mes, 500 millones, los mismos que dejan de circular en Tijuana, por nombrar sólo una ciudad.

El resto del país no curte malas baquetas en la tarea de apuntalar las finanzas de los empresarios y gobierno norteamericanos, como lo demuestra el turismo que tiene como destino a los Estados Unidos. Las cifras a las que tengo acceso no son de este año, pero reflejan de manera clara el comportamiento de los mexicanos en ese terreno. Nuestro país es el cuarto en gasto de visitantes a la tierra del tío Sam en el terreno de los visitantes por placer.

Los números, por si falta ratificar todo esto, lo dicen todo. En 2013 la derrama de los paisanitos en esos lares ya había alcanzado los 11 mil millones de dólares cada año. Vaya usted a saber en qué nivel andará en este 2015, si la tendencia ha sido a la alza en la década más cercana.

¿Les llevamos entonces sólo delincuentes a esa nación?

No hace falta contestar a esa pregunta por la obviedad de la respuesta, pero indigna que aún prevalezcan en Estados Unidos posturas como la del señor Trump, empeñadas en denigrar a los mexicanos, en vez de reconocer la enorme aportación económica que nuestra Patria entrega a sus vecinos.

Aclaro. No soy un antiyanqui y reconozco los logros y adelantos de los primos güeritos en muchos sentidos. Lo que soy es un permanente indignado por el trato muchas veces humillante que recibimos y la debilidad en las reacciones de nuestras autoridades.

Por todo lo anterior, conservo enhiesta mi bandera personal de no solicitar una visa —que desde hace 8 años expiró— para visitar a ese país. Y espero, con el corazón en la mano, que la vida no me obligue a hacerlo, porque entonces tendré que aceptar una amarga realidad:

Que sigo jugando al Tío Lolo…

Twitter: @LABERINTOS_HOY

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