La frase, de Juan Fidel Zorrilla, una de las figuras intelectuales más importantes que ha dado nuestro estado. Siempre maestro, de ironía a flor de labios fue un certero crítico de vida y costumbres de la ciudad. Vigoroso historiador, fue baluarte, que junto con el sacerdote Carlos González Salas, dieron brillantez al Instituto de Investigaciones Históricas de la UAT, abriendo compuertas y alentando a las voces que hoy figuran la investigación histórica de Tamaulipas.
Dos aspectos fundamentan esta raigambre; su inteligencia y lucidez, aunado al sentido crítico de nuestra realidad.
En tiempos en que campea el oportunismo y las veleidades en el trabajo intelectual, me parece justo recordar al abogado Juan Fidel Zorrilla que le dio significación a los estudios de historia del noreste mexicano.
He dicho veleidades porque el hábito no hace al monje y no todo lo que brilla es oro. Nuestro estado hoy prefigura recios investigadores de formación académica de competencia, pero siempre hay que entender, que el estudio conlleva a la relación con el libro, al abanico intelectual de la creación, a los mandamientos de la cultura de nuestro tiempo en el interés por formar y hacer discípulos, porque éstos no solo son los que investigan y los que leen a los que leen, son los que compartn un espíritu ambicioso de trabajo, de aquilatada propuesta.
Juan Fidel Zorrilla y Carlos González Salas incorporaron en su tiempo la función crítica en una soledad y en un desierto de ideas. Hoy que el panorama se advierte con nuevas venturas y aventuras intelectuales es bueno entender una de las frases lapidarias de Juan Fidel; «Haz discípulos para que te recuerden, no seas egoísta y enseña lo que sabes…»
Formar para crecer, enaltecer un espíritu crítico. Aportar para el estado y no la vagancia de unos cuantos que usufructúan sin presentar un producto intelectual los bienes de la cultura. El pago es consecuente, no serán recordados porque no formaron discípulos. Al menos, una cuadrilla que disfruta los bienes de la creación.
Hace cuarenta años pocos se preocupaban por los quehaceres culturales. un par de paladines tal vez y el trabajo cultural era una entrega de sudor y anhelos.
Yo, si tuve en mi tierra buenos maestros; Juan Fidel, Carlos González Salas, Ramón García Zurita, David Celestinos, Homero Pérez Álvarez y Anastacio Tellez. Me formé en Casa del Arte en una primera instancia de brillantes maestros y he hecho discípulos para que no me olviden… Bueno, eso creo.




