Bien parados el viento nos hace lo que el viento a Juárez.
En política social se dice que estar bien parado, ya la hizo. Es de uso común decir; “este hombre está bien parado”, porque está muy cercano a los poderes.
Pues bien, yo estoy ahora bien parado después de que hicieran unos zapatos al puro barazo. Esto es, que me sacaran un molde de mis pies y los confeccionaron de acuerdo a mi forma. Mi pie derecho no siempre entraba bien, los cayetanos se dejaban caer de vez en cuando, y un alado como yo, de estas calles de Dios, caminar y caminar es cosa de todos los días. Y la falla peatonal en calles y banquetas pues me ponía no pocas veces de manitas en el suelo.
Ahora cuento con unos zapatos parecidos al Hombre de las Nieves, el famoso Yeti, o sea calzo del nueve y la colita se me mueve. Me siento mejor, bien parado en cada esquina y puedo asentar mi pie derecho como si fuera parte de la familia real de Inglaterra. Traer buen calzado es uno de los objetivos primordiales del ser humano. Contar con un calzado útil, práctico y bonito, un ideal. Lo justo es aspirar a unas chanclas que nos cubran nuestros pies y los haga deslizar por los campos de algodón de las nubes como si fuéramos traviesos Mercurios.
Pues bien, fui a Reynosa a una magnífica Casa de los Pies, donde me han cubierto mis pies de Sastrecillo Valiente con una capa magnífica de ortopedia de primera calidad.
Ahora me siento como si jalara la carroza de Cenicienta con mis zapatos adecuados para un príncipe de las calles Victorianas. El perfecto zapato que había dejado en el baile de disfraces de la cotidianidad y que ahora ya está en mi pie derecho con orgullo palaciego que disfruta la filosofía del Wiski Jhony Walker, de caminar y caminar.