EL MANTE, Tamaulipas.- Se lo voy a preguntar de forma directa: ¿Le pondría un precio exacto a su vida?
¿Vendería una parte de su cuerpo a otra persona que lo necesite solo por simple negocio?
Cientos de personas, lo hacen a diario, venden su sangre, una parte de ellos que además de mantenerlos con vida, permite extender la de alguien más.
Esto, lo denuncian organizaciones que fomentan la donación altruista de este verdadero líquido vital, quienes afirman que entre múltiples factores, emerge una realidad innegable, que es la comercialización de la sangre en forma desmedida, descarada e imparable.
«Es algo inaceptable, pero mientras haya personas que te quieran gratificar es algo que va a seguir existiendo», dice Carlos Obispo, titular de un grupo con una cuenta en Facebook, que promueve la donación de sangre.
Asegura que el fenómeno va en crecimiento, debido a que es poca la gente que está dispuesta a ir a donar sangre sin ningún tipo de interés, lo que califica como falta de conciencia en la sociedad.
«Nos hace falta entender que donar es sencillamente un favor que un día vamos a necesitar que nos devuelvan y aunque hay personas que efectivamente pueden pagar por la sangre aunque no deberían, también hay gente que no puede y se desgasta en todas las formas por hacerlo», dice.
Reconoce que la venta de sangre, es un problema que se presenta y que en muchos hospitales se presenta, a través de personas sin el más mínimo sentido altruista.
Un producto que «gana» precio
El diálogo es franco y abierto afuera del Hospital General de El Mante.
—¿Ya conseguiste la sangre?
—Aún no…
—Yo te digo porque el señor de allá te la puede conseguir, le dice un conocido a «Saraí», una mujer próxima a ser intervenida quirúrgicamente, mientras apunta hacia el local de un comerciante.
La persona que hace las veces de «coyote» disfrazado de buen samaritano, «consigue» la sangre que después vale según lo difícil de conseguir, alcanzando un precio que va de los mil a los dos mil pesos.
En el Hospital General, la directora Diana Helena Fong Aguilar, no cierra los ojos a esta práctica, pero afirma que ni la fomentan ni son parte de ella y resume la problemática: «Es como cualquier negocio, aunque no debiera de presentarse esto, pero mientras haya quien siga pagando, habrá quien la quiera seguir vendiendo».
Y es que afirma que aunque a veces no es sencillo conseguir la sangre, también es una realidad que hay, quienes prefieren comprarla y por increíble que parezca, lo hacen por comodidad.
«Un ejemplo son personas a las que se les programa una cirugía con anticipación, se les dice que van a requerir donantes y una semana antes de la operación apenas los andan buscando, no los tienen y terminan cayendo en esta práctica que está prohibida, que es pagar por la sangre».
Refrenda que de ninguna forma fomentan esta mala práctica, a pesar de que en el Hospital General, se requieren al menos 100 unidades cada mes (50 litros aproximadamente), las cuales de necesitarse con urgencia, se tienen que entregar a quien la demanda.
«Nosotros lo que les pedimos a los pacientes o sus familias es que hagan el esfuerzo por conseguir la sangre, con sus familias, porque mucha de la gente que requiere una unidad sigue necesitando de al menos tres o cuatro más.
La directora, asegura que incluso el Hospital General facilita a las familias que requieren de un donador, datos de personas que pueden ser voluntarios y aun así, deciden no buscarlos y terminan incurriendo en prácticas inapropiadas como el pagar por la sangre.
«No hay una cultura de la donación, si hubiera, otra cosa fuera, pero tampoco hay la responsabilidad de la gente de prepararse con tiempo cuando hay una cirugía programada y que vienen a la mera hora y me dicen, no tengo sangre y no tengo donadores», afirma.
La familia es el primer donante voluntario
Por su parte, el director del Instituto Mexicano del Seguro Social en El Mante, doctor Samuel Pastor, afirma que el primer círculo de donantes debe de ser la familia, precisamente para que no se aliente la compraventa de este que es un órgano más.
Explicó que en muchas ocasiones, las mismas personas desconocen el tipo de sangre de sus familiares y esto es fundamental saberlo para poder enfrentar alguna emergencia.
«La dificultad a la hora de que a una persona le dicen que ocupa sangre es conseguirla, imagina si encima de eso hay que pagarlo, el desgaste para quien está en esa situación es mucho, pero puede ser precisamente porque no hay esa previsión», sentencia.




