Hoy, como el primer cuaderno de ejercicios, entre rayas, bolitas y puntos, comenzamos a escribir el libro de la vida. Formaditos, de blanco, los niños y las niñas cantan el himno nacional, derechitos, limpios, radiantes, con la mirada fijada en la bandera nacional. Los colores se funden en las miradas, las decenas de miradas en el asta bandera, y al paso de la escolta, mientras se entona a coro el himno, aprendido desde el kínder, en la entraña misma de la piel patria.
Caminito de la escuela los que quieren aprender y también los que no quieren. La escuela abre las puertas a todos, es como abrir los ojos, los cientos de ojos que recorren los libros del primer año. Con letras grandes, con dibujos, con ejercicios de honores a la bandera y los deberes cívicos y la educación de padres a hijos.
El primer día es la aventura maravillosa de un comienzo que no sabemos a dónde va parar, pero se llega con alegría, con tristezas, con llantos, con deseos de ser grandes, grandes como los grandes abrigados en nuestros sueños de niños.
La escuela, la primer escuela es recorrer un sueño, el de pensar y el de crear.
Caminito de la escuela los que quieren aprender y también los que no quieren aprender. Pero la escuela es un mar de cosas, de muchas cosas del pensamiento que viene como olas, saludando a la alegría de los niños y al sueño de todos, de los maestros, de los papás, de todos los que hacen la patria tricolor.
