En el fin de semana que acabamos de vivir, un acuerdo me llamó en forma poderosa la atención.
Me refiero al compromiso que en la antesala de asumir su responsabilidad en el Congreso de la Unión, formularon los ocho diputados federales electos –todos priístas– de Tamaulipas.
El propósito del nuevo grupo de legisladores, conforme a lo expuesto por sus voceros, es establecer una estrategia común con el gobernador Egidio Torre Cantú, para bajar recursos federales en programas de alto impacto social, que impulsen la salud, seguridad, educación y desarrollo social del Estado.
Sin duda, es una buena noticia. Es de justicia ensalzar en esa coincidencia de metas, las buenas intenciones de los diputados.
Pero, ¿en realidad todos esos virtuales inquilinos del Poder Legislativo están preparados para responder realmente a esa expectativa?
Una primera ojeada a este escenario arroja un dictamen ciertamente superficial pero también apegado a los perfiles de los protagonistas.
De los ocho, sólo tres parecen contar con los atributos básicos para erigirse en auténticos apoyos del Gobernador y de Tamaulipas: Mercedes del Carmen Guillén Vicente, Edgar Melhem Salinas y Alejandro Guevara Cobos.
La primera tiene los dedos puestos justo en los botones que debe oprimir y las manos en las palancas que debe jalar. Su relación con los personajes del primer círculo presidencial son incuestionables y con certeza los beneficios se verán a corto plazo. El segundo ha desarrollado una valiosa red de contactos en el terreno del desarrollo social que seguramente le serán muy útiles para apoyar al Ejecutivo estatal, mientras el tercero posee una singular virtud para colarse hasta las cocinas de quienes deciden la vida nacional y beneficiar a su Entidad. Los tres serán puntales para el ingeniero Egidio Torre.
De los demás, habrá que esperar para juzgar. Miguel González Salum fue un fiasco en su primera encomienda en esa tribuna, mientras el resto, Esdras Romero, Jesús de la Garza, Yahleel Abdalá y Esther Camargo, serán los novatos en esas lides. Quizás la señora Camargo utilice las habilidades de su esposo Oscar Luebbert, pero por sí sola no genera un futuro productivo.
Como siempre, el tiempo pondrá a cada quien en su lugar…
ESTILO DE VIDA
Prevención. Qué útil palabra cuando se transforma en acción.
De ella se desprende lo que los médicos definen como la mejor medicina: la que no se tiene que administrar, porque el mal no apareció. Ojalá que todos hiciéramos de ese término no una costumbre, sino un estilo de vida.
Tamaulipas acaba de ser otra vez, ejemplo de la eficacia que significa prevenir. Más importante aún: se confirmó como modelo en ese sentido por tercer año consecutivo, al recibir el sector salud estatal, representado por su titular Norberto Treviño García Manzo, el premio “Caminando a la Excelencia” precisamente por incrementar la cultura sanitaria de la prevención, el cuidado, control y diagnóstico temprano de enfermedades.
Sin ánimo de hacer retumbar aplausos cortesanos, me permito en estas líneas reconocer ese trabajo gubernamental. Imagino el número de vidas humanas que se han salvado gracias a esa visión.
Y la pregunta es inevitable:
¿Podrían otras áreas oficiales aplicar también la prevención, para impedir que una vez ahogado el niño tapen el pozo…?
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