En la política y especialmente en la mexicana, los dichos populares son usuales retratos del acontecer de sus protagonistas.
Hoy, me permito parodiar en el caso de Tamaulipas una de esas frases y cambiarle el sentido. En lugar de hablar de “el tercero en discordia” que habitualmente se maneja en todos los ámbitos, me atrevo a rediseñarla para un caso concreto como “el tercero en concordia”.
¿Cuál es ese caso específico? ¿Por qué aplicar este cambio?
Intentaré explicarlo.
En el primer cuestionamiento, el escenario o caso concreto al que me refiero es el que integran los diputados federales electos por nuestro Estado. Los nuevos legisladores tomaron el acuerdo unánime de dar un voto de confianza a su compañero, Édgar Melhem Salinas, como Coordinador de la fracción priísta tamaulipeca en la Cámara Baja.
¿Y la causa para el cambio de sentido de la frase?
Bueno, a algunos les sorprendió este consenso, pero en realidad se estaba construyendo desde hace tiempo, por dos razones fundamentales. La primera, es que en el emparejamiento de fuerzas que existía entre los apoyos a quienes aspiraban a ser el “jefe” congresista, el Estado no podía darse el lujo de dejar heridos con una decisión que favoreciera a un grupo o a algún padrinazgo protagonizado por un personaje nacional.
La decisión colegiada fue entonces salomónica: Ni para Dios ni para el Diablo, sin ánimo de endosarle esos papeles a alguien en especial. La solución ideal era entonces, un tercero.
Sí, el famoso “tercero en discordia”, que precisamente fue quien cambió radicalmente el significado de esas palabras, para convertirse como señalé líneas arriba, en el “tercero en concordia”.
¿Por qué?
Porque Édgar Melhem es prácticamente el único de los ocho diputados electos y los que llegaron por la vía plurinominal que tiene buenas relaciones con todos sus ocasionales colegas.
En el resto de este paquete, sin excepciones, coexiste una espesa maraña que combina alguna forma de antagonismo que impediría o por lo menos entorpecería un liderazgo terso en la fracción legislativa tamaulipeca. Ese es un riesgo que no se debe ni se puede correr, porque está en juego el futuro inmediato de los recursos federales que Tamaulipas espera obtener en el 2016.
En todo este laberinto, algo debe reconocerse en los flamantes diputados de esta patria chica: su visión de privilegiar el bienestar del Estado por sobre los intereses particulares de cada uno de ellos. Y ellas.
Puede jurarlo. Debió haber sido un trago amargo para más de dos –es bien conocida su elevada autoestima– no ser el pastor de ese selecto grupo. Debió haber sido difícil sumarse a la disciplina partidista que con seguridad se aplicó como herramienta.
Por eso, por su lealtad a su partido y hacia Tamaulipas, todos merecen un aplauso. Es sin duda esta suma de voluntades, un excelente inicio de trabajo conjunto…
ANTECEDENTES
Lástima. Era una buena oportunidad para mostrar que el orden y la disciplina podían aplicarse. Pero se perdió.
La decisión oficial de no sancionar a los maestros que bloquearon edificios públicos y exhibieron un abierto desacato a sus autoridades, no es un buen antecedente. Por el contrario, deja la percepción de que se puede hacer y deshacer. No hay nada que lo impida ni nada que lo castigue.
Ni modo, a seguir esperando marchas y paros. Como dicen los chavos, “no hay purrún…”
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