1.- Durante mis largos años de servicio en la administración pública federal, pude comprobar que cada sexenio se estrenaba un distinto estilo de gobierno; y que ello afectaba de diversas maneras la conducta de los funcionarios, y la productividad en el servicio público.
2.- El presidente Echeverría fue un maniáco del trabajo burocrático, y obligaba al personal a permanecer en sus oficinas hasta 15 horas diarias. Desde secretarios de Estado hasta subdirectores tenían la obligación de estar en sus despachos hasta las 12 de la noche. Muchas veces sorprendí a los funcionarios durmiendo o jugando ajedrez, en espera de la hora de salida.
3.- La primera consecuencia de esas jornadas para locos, fue que terminaron divorciados el Lic. Mario Moya Palencia, secretario de Gobernación, el Lic. Manuel Bartlett, director general de Gobierno de la Secretaría de Gobernación, el Lic. Ignacio Ovalle Fernández, secretario de la Presidencia, y un centenar más de altos empleados del gobierno, cuyas esposas no estuvieron dispuestas a que sus maridos convirtieran sus hogares en hoteles, y a que sus hijos fueran abandonados por sus padres.
4.- El Lic, Ernesto P. Uruchurt ha sido considerado el mejor regente de la ciudad de México, y gobernó la ciudad durante 18 años con una jornada de trabajo que comprendía de las 9:30 a 15:00 y de 18:00 a 21:30 hrs. Los presidentes Adolfo Ruiz Cortines y Adolfo López Matos trabajaron con horarios similares, y fue cuando el país funcionó mejor.
5.- Las anteriores consideraciones tenían relación con las extravagancias que están cometiendo algunos secretarios del gobierno estatal, que se quedan en sus oficinas hasta altas horas de la noche, y obligan al personal a que cumplan también dichos horarios tan sólo por presumir que trabajan tanto como si fueran hormigas dementes o castores enloquecidos.
6.- La permanencia nocturna de los funcionarios en sus oficinas es perniciosa y negativa, porque despilfarran energía eléctrica, teléfono, papelería, equipos de cómputo, automóviles, gasolina, combustibles y todo tipo de insumos, y su productividad resulta muy inferior a los gastos que realizan.
7.- Además, los funcionarios aprovechan los recursos del Estado para “grillar” desde su despacho sobre sus proyectos personales, y reclutar clientela, afilar adeptos, trazar estrategias, planear acciones de “mano negra” y, en general, toda clase de movimientos y jugadas políticas para su beneficio personal.
8.- Así como en un partido de fútbol no cuentan los 90 minutos de juego, sino los goles, también en la administración pública no cuenta el tiempo que un individuo permanezca aplanándose las “pompis” en el sillón de su despacho, sino los actos y la calidad del trabajo que desempeñe.
9.- Sería terrible para Tamaulipas que todos los funcionarios tontos trabajaran más de 8 horas diarias, porque cometerían más tonterías, El Estado necesita resultados, pero los excesos de los funcionarios que intentan fabricarse una imagen de esforzados y laboriosos, nada tienen que ver con la eficacia, y sólo son caprichos pasajeros que se desvanecen de inmediato, aunque no dejan de hacer daño y provocar graves erogaciones al Gobierno. Es urgente que alguien fumigue enseguida a estas hormigas alborotadas y dementes.
10.- Lo anterior se agrava, porque vivimos en una etapa de incontenible futurismo, y los ambiciosos aspirantes a la gubernatura y a las alcaldías, convierten sus oficinas en cuarteles de guerra, para trazar estrategias, combatir a sus adversarios, y todo con cargo a los recursos del gobierno.