Vitalizar los espacios urbanos es una apertura a la seguridad. El placer del arte y su dinámica social tiende a conjuntar el espíritu de trabajo colectivo. Esta propuesta de ninguna manera es novedosa, si en cambio es generosa y aplicable como arte público, la práctica del arte público en el sentido de terapia social y creación artística.
Experiencias en Río de Janeiro, Buenos Aires, Colombia y México, nos ha llevado a vivir esa experiencia de un arte con dirección social. Aunque todo arte tiene una dirección social. Pero para el caso, un camino socializador que contribuye al mejoramiento del espacio, a la salud en la convivencia a los vecinos de Infonavit Adelitas. Constituye un primer acercamiento con el arte como instrumento que amalgama el color, la expresión individual y pública de ese centro habilitacional.
La experiencia de arte socializador en barrios y plazas se dio en la etapa moderna en Roma, Italia, en lo que se conoce como Arte de la Posguerra, donde el grafitti cumplió un papel catalizador de las expresiones sociales juveniles. Me tocó en cierta manera vivir una parte de esa experiencia en 1978, en el sitio idealizado por los poetas italianos, rusos y norteamericanos, que vieron en Isla Tiburtina, bajo el puente Garibaldi en Roma, donde los jóvenes dieron rienda suelta a las expresiones pictóricas y poéticas. Recordemos el gran poema de Eugeny Evtuchenco llamado «Siglo Veinte», donde hace referencia a la Isla Tiburtina sobre el Río Tiber.
Disposición de los vecinos, disposición del comité de vecinos, disposición de mi parte. Solo falta la buena disposicion de instituciones públicas y privadas a colaborar en este proyecto artístico-social.
