Hace algunos meses decidí participar en el proceso abierto por el Instituto Nacional Electoral para ser consejera electoral en Tamaulipas bajo las nuevas reglas que incluían llenar todos los requisitos, un examen de conocimientos, la elaboración de un ensayo presencial y al pasar estas etapas, la última era una entrevista con alguno de los consejeros nacionales.
Había decidido no escribir sobre esta experiencia, pero la impugnación de dos de las tres consejeras elegidas a quienes se les exhibe por su militancia partidista, Tania Contreras y Nohemí Sosa, en el PRI y el PANAL, respectivamente, me hizo reflexionar sobre la necesidad de hacer aún más abiertos estos exámenes selectivos.
Como bien señaló alguien ya, si el examen que sustentamos se lo aplicaran a los actuales consejeros nacionales así como a los de los estados, que fueron elegidos con un sistema que anteriormente incluía, en el caso de los organismos electorales locales, la puesta a consideración de una lista de nombres elaborada por los partidos políticos ante el Congreso local para que eligieran de ahí sus favoritos y favoritas, seguro que algunos de los consejeros del INE y de las entidades federativas, difícilmente pasarían a la siguiente etapa.
Puedo afirmar, con conocimiento de causa porque estuve ahí, que éste es uno de los exámenes más difíciles que he presentado, por mi falta de conocimiento en el tema electoral a profundidad, lo cual no impidió que pasara esta prueba, tras un mes de intenso estudio de toda la legislación sugerida para poderlo presentar en condiciones más o menos decorosas. Hice también el ensayo presencial y según el resultado no pasé a la última fase, la de la entrevista. Ni siquiera tuve la oportunidad de que conocieran mi curriculum académico y profesional, donde no encontrarán militancia en algún partido político.
Al hablar de este proceso selectivo tendría que destacarse que entre los participantes había gente muy conocedora del tema electoral, con muchos años de experiencia por su desempeño profesional lo cual deja en desventaja a personas como es mi caso donde hay una deficiencia de conocimiento, que sin embargo, no fue obstáculo para aprobar el examen.
En la impugnación hecha a las dos consejeras electas no se les cuestiona su conocimiento y desempeño en las pruebas, que en los dos casos fue excelente según se observa en los resultados.
El punto es su cercanía con los partidos políticos, pero como en las reglas del propio INE establecían que quien hubiese ocupado un cargo de dirigencia en cualquier nivel, nacional, estatal o local, en algún partido estaba desde ese momento descartado de participar en la selección de consejeros, tengo entendido que en el caso de las dos consejeras no contravienen esta disposición, por lo cual la impugnación no podría prosperar.
Sin embargo y para futuros exámenes, el INE habría de considerar que si efectivamente quiere una representación de ciudadanos y ciudadanas que no estén dentro de la burbuja de los partidos políticos tendría que modificar las reglas.
En este proceso selectivo mi conclusión es que el sistema se protege a sí mismo y deja espacios muy reducidos para que un ciudadano o ciudadana de a pie pueda acceder a ser consejero electoral en su estado o en el país.
En pocas palabras, las reglas del juego las imponen con un margen que impide que la ciudadanía sin compromisos políticos forme parte de los organismos electorales.
Pero como todo es perfectible, esperemos que dentro de tres años, cuando vuelva el INE a abrir una convocatoria para los Organismos Públicos Locales se considere esta primera experiencia y se corrija lo que tenga que corregirse para hacer realmente democrático el proceso.
DOS NIÑOS Y UNA NIÑA
Escribir sobre abusos o muerte de menores es un tema que me paraliza y si Usted lee las columnas que he publicado pocas veces toco estas problemáticas, simplemente porque se me hace tan difícil de asimilar que seres indefensos sean objeto de injusticias.
Pero en días pasados y este miércoles han aparecido dos notas, una en relación a que fueron encontrados los cuerpos de dos niños ahogados, en las playas de Kos en Grecia, se trata de niños sirios que buscaban refugio junto con sus familias.
La otra es el de la niña mexicana de tres años que fue ahogada por su padrastro quien la tiró innumerables veces a la alberca para que muriera y al no lograrlo la sumergió. A estos casos se le suma los niños y niñas que han muerto en Tamaulipas a consecuencia de la lucha contra los grupos criminales.
Naturalizar la violencia y verla sólo como parte de los daños colaterales hace que nos deshumanicemos y no le demos el verdadero valor a estos seres indefensos.
Me pregunto cómo es que hemos pasado de una sociedad que protegía a sus niños y ahora somos incapaces de hacerlo y lo que es peor, normalizamos estas situaciones y tratamos de olvidarlas lo más rápidamente posible.
Volteamos hacia otro lado y hacemos como que no vemos.
En Tamaulipas urgen acciones concretas que restañen los daños provocados ante tanta violencia y que ello conlleve proteger a los huérfanos y huérfanas de esta guerra estéril, asegurándoles educación y todo lo necesario para una vida digna de ser vivida, porque ellas y ellos son sólo víctimas de acciones gubernamentales y delincuenciales, no forman parte del problema de inseguridad algo que, parece, no ha quedado claro para las autoridades de los tres niveles de gobierno.
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