16 diciembre, 2025

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Laberintos del poder

Tiempos mejores

Laberintos del poder

Vivir, esa función tan natural, tiene siempre un costo.

Hay muchas maneras de hacerlo, algunas voluntarias y otras obligadas, pero vivir no significa sólo respirar, alimentarse y reproducirse. Para el ser humano, vivir debe tener un plus más allá de lo orgánico:

Vvir en paz.

Me parece oportuno intentar una reflexión sobre el tema, por el anuncio de la autoridad estatal, a través de la Secretaría de Administración, sobre el costo -sólo en sueldos y compensaciones- que representa la operación de los mil 600 policías estatales y alrededor de mil efectivos del ejército que vigilan a Tamaulipas.

Casi un millón de pesos diario. Pesos más, pesos menos, 348 millones cada año.

Es un precio elevado. Superlativo. Y obliga a una pregunta:

¿Tenemos los tamaulipecos resultados positivos de ese gasto?
Sé que muchos opinarán en forma contraria a lo que expondré a continuación. Deben tener razones suficientes para hacerlo y las respeto, pero considero -disculpen- que ciertamente existen avances
palpables en ese terreno tan temido, tan escabroso y tan, para muchos, doloroso.

Me remitiré a cinco años atrás para explicar el porqué de esta percepción personal.

En el 2010, vivimos los tamaulipecos, junto a muchos otros mexicanos, el inicio de una etapa cruel y dramática que se polongó por años. Se respiraba el miedo en todas partes. Las familias se resguardaban en sus hogares tan pronto caía la noche, era casi un intento de suicidio transitar en las carreteras, las veladas nocturnas casi se extinguieron, gran parte de la actividad comercial languidecía y en cada acera, en cada esquina de las ciudades se corría un riesgo real de ser atrapado en fuegos cruzados en los enfrentamientos a balazos casi cotidianos. Fueron días de terror.

La evolución de esa fase al presente ha sido complicada. Ha costado lágrimas, lutos, huída de inversiones y separaciones familiares obligadas por las circunstancias. Pero hoy, después de cinco años, no puedo menos que reconocer el cambio. Y para bien.

Desde por lo menos hace un par de años , mis seres queridos y su servidor hemos podido volver a viajar por la geografía estatal. Perviven por desgracia los problemas en esos caminos, pero su impacto no tiene comparación con el infierno de cuatro o cinco años atrás.

Mis hijos y los de muchos amigos pudieron abandonar el encierro hogareño y recuperaron en ese lapso, en gran parte, su vida juvenil y la alegría de las edades tempranas. Con reservas, pero su mundo actual es otro.

La economía se rescató en forma evidente. Los restaurantes, hoteles y en general los centros turísticos volvieron a registrar gran parte de la afluencia que les favorecía. Los nuevos capitales reactivaron la visión sobre el Estado como zona de inversiones y gradualmente el empleo resurgió.

¿Vivimos en paz entonces?
No. Asegurar eso es despegar los pies de la tierra, lo cual es tan ilusorio como peligroso, pero lo que sí podemos aceptar, sin falsos rubores ni posturas genuflexas, es que el esfuerzo desplegado por el gobierno federal, apoyado por el del Estado, nos ha alejado en gran medida de los escenarios casi de guerra que invadieron días y noches de nuestrio entorno en el pasado reciente.

Por supuesto que valen la pena los 348 millones de pesos que cada año se invierten en tratar de darnos seguridad. Si por ese egreso se han salvado 10 mil vidas, si se han salvado mil o saunque sólo se hayan salvado cien, es sin duda, dinero bien gastado.

Pasará aún tiempo para poder siquiera acercarnos a la tranquilidad que vivimos antes del período calderonista, seguirán lamentablemente presentándose durante años tragedias que nos carcomerán cuerpos y almas, pero nadie puede demeritar el esfuerzo oficial desplegado para retomar la vía de la seguridad.

Y recuerde:
Siempre, como dice Sergio Andrade en su mejor canción interpretada por Yuri, vendrán tiempos mejores…

Twitter: @LABERINTOS_HOY

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