El protocolo de corte británico y los discursos para iluminados quedaron por esta vez, atrás.
En una de esas raras ocasiones en que el presidente Enrique Peña Nieto recuerda que los mexicanos preferimos de manera abrumadora el lenguaje coloquial, el mandatario puso de relieve el panorama a corto y mediano plazo sobre la suerte que correrá el empeño de algunos sectores por legalizar el consumo de marihuana.
Estas fueron sus palabras textuales:
“Cuando se acercan nuestros hijos y me preguntan ‘¿Oye papá, quiere decir que pronto entonces nos vamos a poder echar un churro aquí delante de ustedes’?, se los he dicho: No”.
La frase sirvió para confirmar su postura de no legalizar el consumo de ese enervante, como opción para combatir el tráfico del mismo. Más claro, ni el agua.
¿Es correcta esa postura presidencial?
Bueno, pues como el mismo Ejecutivo federal dice, que se abra el debate.
En lo personal, coincido plenamente con Enrique Peña y me permitiré exponer en este espacio mis argumentos.
En primer lugar, reitero mi respeto total hacia quienes decidan usar ese alcaloide u otras sustancias semejantes. Defenderé hasta donde me lo permitan, el derecho de toda persona a hacer de su cuerpo lo que le venga en gana. Nadie más allá del dueño del mismo tiene facultades para hacerlo.
Pero llevar a los hechos esa idea, no es tan fácil.
Ese mismo derecho que tenemos todas las personas de decidir el destino de nuestro organismo, lo tienen quienes nos rodean. Y es allí donde aparecen los problemas.
Forman legión los antecedentes en donde los adictos a la marihuana han causado mucho más daño a terceros que a sí mismos. Son historias dramáticas, algunas de ellas de verdadero terror, en las cuales las víctimas usuales son precisamente quienes no consumen drogas, pero han sufrido –y sufren– el infortunio de padecer los efectos de quienes las utilizan.
No se trata entonces ahora, de pensar solamente en los derechos naturales de un individuo, sino en los de la sociedad entera. No se pueden conceder libertades que terminan por convertirse en libertinajes ante las consecuencias, muchas veces trágicas, que impactan a personas ajenas al uso de sicotrópicos.
Tal vez algún día se legalice el consumo de marihuana en México. Es más, me parece que ese es un destino manifiesto a la luz de los acontecimientos judiciales cercanos sobre la misma, pero hoy, estoy seguro, todavía no estamos preparados para un giro radical en nuestra sociedad en ese sentido. Nuestra cultura general ha evolucionado a paso de tortuga y no tenemos la madurez necesaria para transitar sobre un camino tan escabroso.
Aplaudo el respeto a los derechos individuales, pero más lo hago con la protección a la que tiene también derecho una comunidad, una ciudad, un estado o una nación.
Bravo, Presidente. En este terreno, estoy con usted…
SIN DADOS CARGADOS
Para quienes han centrado en dos personas sus pronósticos en torno a la sucesión gubernamental tamaulipeca, lo que sucedió ayer en Reynosa debe poner a pensar a más de cuatro.
En ocasión de su cumpleaños, el alcalde de Victoria, Alejandro Etienne Llano, reunió a miles de invitados en una celebración que más allá de una simple cercanía por afectos, trascendió al terreno de la simpatía política.
Así, se demuestra que los dados no están cargados en el PRI y que esta moneda que tiene más de dos caras, sigue en el aire…
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