Algunos aspirantes a ser candidatos a la gubernatura de Tamaulipas por el Partido Acción Nacional, como asienta la voz popular, se relamen los bigotes cual gato de bodega ante escenarios virtuales que conforme a su visión, les ofrecerán una especie de mesa servida en el 2016.
De acuerdo a su óptica, si el Partido Revolucionario Institucional, su enemigo a vencer, es representado por alguno de quienes ellos consideran “adversarios a modo”, sus posibilidades de obtener esa posición electoral crecerán en forma superlativa.
¿Tienen razón los panistas?
No lo creo. Y hay razones para que su servidor opine de esa manera.
Que el PAN piense que su candidato se enfrentará sólo a un candidato del PRI es un romántico sueño azul. Tendrá ese contrincante priísta nombre y apellidos desde luego, pero en realidad ese o esa protagonista
tricolor será sólo la punta de lanza de una alianza. No podrá ser de otra manera.
Trataré de explicar esta percepción.
En la batalla del año entrante, el PRI no luchará por un sexenio. Lo hará por la supervivencia de esa fuerza política en el Estado. Es un barco en el cual, a querer o no, navegan todos los que hoy han
levantado la mano para intentar dirigir a la Entidad y por lo tanto también los mismos que se hundirían con él si naufraga. No importa si viajan en primera clase o en clase turista.
Aunque a algunos priístas se los parezca, lo anterior no es una elucubración sobre las rodillas.
Les invito, si les place, a un ejercicio mental futurista.
Imaginen primero a un Tamaulipas gobernado por Acción Nacional a partir de 2016. Seis años de mando azul y blanco. Imagínenlo ahora al terminar ese período.
Dos saldos en el terreno político, serían en la opinión de su servidor, los principales.
El primero lo dicta la lógica: En seis años el Estado se habría plagado de panistas en todos sus estructuras de mando gubernamental, lo cual haría muy complicado disputarles el poder en la siguiente elección. Esto debería inquietar al PRI, pero lo que debe quitarle el sueño es el segundo balance, que dictaría el tiempo.
En seis años, la clase política priista actual estaría prácticamente desaparecida. Los patriarcas que hoy todavía son factores hegemónicos de poder es muy posible que ya no existan o que ya estén en proceso de retiro. Para el PRI, recuperar el poder significaría descansar en nuevas generaciones o veteranos de mediana madurez que habrán perdido un sexenio en su preparación política. Sin guías, sin líderes, sin
pastores.
Por lo anterior, el PRI o mejor dicho los personajes que hoy trabajan por su candidatura, tendrán que entender que tras la etapa de búsqueda, por fuerza, por supervivencia pura, tendrán que sumarse al elegido o elegida para no sufrir un tropiezo que sería mucho más doloroso de lo que se puedan imaginar.
Así, queda claro que el candidato del PAN no contenderá sólo con su par del PRI. Lo hará con por lo menos seis o siete adversarios.
Y todos, políticamente hablando, estarán dispuestos a matar o morir…
TODO Y NADA
Es Baltazar Hinojosa un político cuyo oficio y tablas no pueden negarse.
En su reunión con mujeres celebrada en Ciudad Victoria, manejó su discurso de tal manera que dijo todo sin decir nada. Va una muestra:
“La nueva Ley Electoral no me permite pedirles el apoyo, no me permite mucho menos pedirles un voto de confianza, sigo levantando la mano para ser el próximo candidato…”
La ley, está claro, no se lo permite; pero vaya que la habilidad oratoria le da carta blanca al diputado federal…
Twitter: @LABERINTOS_HOY