Todos estos días han sido de un andar y andar entre alegrías y melancolías y es difícil sustraerse a los sentimientos que nos encantan y nos rodean para hacernos saber que somos seres humanos y que vivimos esa condición que sólo Dios puede mirar desde el corazón de su divinidad.
El trabajo del arte ha sido intenso en estos días en que la Navidad tiende sus preciosas redes de paz y amor, en donde el calor del hogar irradia los corazones en todos los rincones de la casa.
Hace algunos días, falleció la madre de mis hijas de Reynosa y pude asistir a darle un adiós con los afectos y sentimientos que nos ligaban desde nuestra temprana juventud. Tuvimos tres hermosas hijas, que formadas bajo su tutela lograron crecer en ese hogar que tendió sus llamas a los buenos corazones. Verdaderamente compartí con mis hijas, Tania, Tamara y Amaranta, esos lazos de familia que nos hacía vivir esa alegría de compartir la existencia de los nietos y nietas y sus respectivos compañeros.
No es una tristeza, es una melancolía de los tiempos idos, pero es también el grano fértil que el amor formó.
Ayer, mi esposa, Lucila, cumplió un año más, y le llevé serenata norteña con los tintes y colorido de la música popular. En estos días también una de mis cuatas, Tamara, cumplió años de feliz matrimonio rodeada de sus hijos, envuelta en la tristeza de la pérdida de su madre.
También en estos días, mi hija Alejandra cumple un año más de vida. Potenciada por su calidad de mujer y por nuestro immenso cariño que sentimos por ella.
La melancolía es madre de la tristeza, pero la melancolía es la castaña de buenos recuerdos, el tiempo nos acompaña en todo tiempo, con amores y tristezas. El arte como la vida es así, expresivo.
Me preparo para ser mejor artista y me preparo todos los días para respetar los sentimientos de quienes nos aman, familia, amigos, la cultura como una forma de vivir con pensamiento y claridad.
Ya viene Navidad, y nuestros corazones se preparan para festejar uno de los episodios más grandiosos de la vida cristiana. Abrimos nuestros brazos y nuestro corazón.




