Gobernar Tamaulipas tiene que incluir una estrategia, no se puede continuar haciendo esta labor con base a ocurrencias, los resultados obtenidos durante sexenios anteriores los estamos padeciendo ahora, y si no hay una persona con las aptitudes necesarias para asumir el reto de dirigir la entidad, continuaremos el mismo camino que han dejado los antecesores.
Las circunstancias de Tamaulipas no se parecen a las que vivieron quienes han asumido esta tarea en sexenios del pasado. En el tiempo de Américo Villarreal, la única preocupación del ingeniero era que Manuel Garza González se quedara en el camino, para poder él asumir el puesto más importante del estado.
Cuando llegó Manuel Cavazos Lerma, su máximo anhelo era la construcción del canal intracostero del cual se hizo todo el estudio técnico pero no fructificó porque los dueños del autotransporte de carga del país se opusieron argumentando que les quitaría su millonaria fuente de ingresos. La candidatura siempre estuvo en su bolsa gracias a su cercanía con Carlos Salinas de Gortari.
Para Tomás Yarrington las cosas fueron un poco distintas, al entonces presidente Ernesto Zedillo eliminar la continuidad del priísmo en el gobierno federal ocupaba todo su pensamiento, así que soltó la designación del aspirante de su partido para Tamaulipas y quedó el matamorense.
Luego Eugenio se dio cuenta que su presencia física podría remontarlo a ocupar la silla estatal, pasamos de los tiempos de la inteligencia al concurso de belleza y popularidad, aunque de saber gobernar no conocieran un ápice, ya vemos las consecuencias de ello.
Y qué decir de su sucesor, Rodolfo Torre se había construido a sí mismo, fue hilando con ayuda de muchos su llegada al poder, ya tenía en la bolsa el máximo cargo estatal, pero le faltaron unos días para declararse gobernador electo.
Hay quien me pregunta si las cosas hubiesen sido distintas para Tamaulipas en caso de que Rodolfo hubiera sobrevivido al ataque, no creo que el avance de la delincuencia organizada hubiese sido contenido, ahí participan fuerzas nacionales y extranjeras contra las que poco puede hacer el estado.
Sin embargo, la cercanía con la gente que privilegiaba Rodolfo hubiese sido el sello distintivo que hiciera la diferencia.
Hoy en vísperas de nombrar a los candidatos a la gubernatura por parte de todos los partidos políticos que operan en la entidad, ya se tiene un aspirante a candidato independiente, Francisco Chavira, ex perredista con escasas probabilidades, pero hará la lucha.
Los partidos se están tomando el tiempo marcado por el Instituto Nacional Electoral para proceder a designar candidatos pero en unos días veremos despejadas las incógnitas, especialmente dentro del PRI, donde la lista de aspirantes es relativamente larga.
A quien le corresponde definir al candidato priísta de acuerdo a los cánones seguidos por 74 años de priísmo es al máximo representante de este partido en el país, o sea, Enrique Peña Nieto.
¿Por quién se decantará el morador de Los Pinos? Por la experiencia, por la paridad de género, por la cercanía de algunos personajes con colaboradores suyos como los secretarios de Marina y Defensa, por la penetración que tengan en el imaginario colectivo de los tamaulipecos dada su participación en distintas contiendas electorales locales, por quien asegure votos a su partido. O simplemente será al tin marín.
Preocupante que la decisión que afectaría, si gana el PRI, la vida de más de tres millones de tamaulipecas y tamaulipecos durante los próximos seis años se tome sobre las rodillas, al ahí se va.
Y si alguna sugerencia acepta quien tiene la suerte de la entidad en sus manos por el próximo sexenio se le pide que como priísta designe a quien tenga corazón para entender el sufrimiento de la gente durante todos estos años de guerra fraticida y que además tenga hue… u ovarios para tomar las decisiones con energía y sin temblarle la mano para corregir el extraviado rumbo que tiene este barco llamado Tamaulipas.
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