El desnudo como representación artística ha sido preponderante en la civilización occidental. Desde la Grecia extraordinaria, Roma, al paso de la conquista estética por el mundo, el desnudo fue figura central de las artes.
Significa la pureza y la concepción de las potencias humanas, el cuerpo como medida de todas las cosas que fraguaron los antiguos griegos y que los grandes del Renacimiento como Leonardo y Miguel Ángel, fincaron el centro del universo y el pensamiento humano. Las culturas universales abrevaron de ese pensamiento para identificar nuestros pueblos en la fusión e interpretación estética.
La política como imposición cultural no pocas veces cercenó esa actitud social-humana; expresar el desnudo. El gobierno, la Iglesia, abrigo en ocasiones prejuicios, pero también, gobiernos e iglesias alentaron esta primigenia representación. Se crearon magníficas obras de arte en elite de influencia universal. Un país como Italia, tesoro de la Humanidad ha sido la medida de todas las cosas de expresiones estéticas.
Matteo Renzi, primer ministro de Italia, ha ordenado cubrir las estatuas desnudas al paso del presidente de Irani Hassan Rouhanni, para no ofender su mirada casta, producto de su cultura y religión. Ironía y política, el negocio del petróleo y el agachamiento de las formas más elementales de dignidad estética por parte del premier italiano.
Los países árabes por esa razón no avanzaron en la interpretación del cuerpo humano por su concepción de su entorno poético de anulación del desnudo, quizás más el femenino.
«El Mochismo» también se da en algunas religiones protestantes al negar toda variación de expresiones desnudas. En tiempos del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz se cubrieron las estatuas de mármol del siglo XIX en la Alameda Central de la Ciudad de México y la Diana Cazadora fue obligada a colocarse un taparrabo.
La estupidez del gobierno represor de Díaz Ordaz llegó al colmo cuando ordenó que el Ballet Nacional de Senegal, cubriera las bailarinas sus chiches durante su actuación en el Palacio de Bellas Artes. La estupidez, el «chatismo» cultural de Ordaz, fue «epopeyico» cuando censuró el apellido del escritor italiano “Giovanni Verga», en la publicidad y colorcara «Giovanni V.»
Italia, país grandioso en el arte y la cultura universal, agacha la cabeza ante el presidente iraní, Hassan Rouhani, en nombre del negocio y el petróleo persa.
La estupidez en la Historia del Arte ha sido la gloria de los idiotas.




