6 diciembre, 2025

6 diciembre, 2025

Por negligencia médica, bebés sufren grave daño

Roxana y Alondra son dos jóvenes madres que viven un angustiante drama: los galenos contaron mal las semanas de gestación y tuvieron partos complicados, sus hijos recién nacidos fueron ingresados de urgencia al Hospital Infantil

CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Dos bebés recién nacidos viven un drama en el Hospital Infantil de Victoria, sus madres Alondra García Reyna y Roxana Medrano Gamboa, ambas, jóvenes madres de 19 años, viven esta pesadilla por una negligencia médica.

Médicos de Matamoros y San Fernando sin revisión médica le negaron la atención al responder que aún no era tiempo del alumbramiento.

Líam Guadalupe Vera Medrano, está hospitalizado desde que nació. Su madre declara: «Me dijeron que era normal, porque se me pasó el parto».

La explicación la recibió en el Hospital Alfredo Pumarejo de Matamoros, Tamaulipas, el pasado mes de diciembre.

«Los dolores me empezaron el viernes, me alivié un lunes. Cuando me fui a checar me dijeron los doctores que no traía dilatación. La última vez que fui, era domingo, como a las once de la noche, me dijeron que tenía dos centímetros y medio de dilatación. Para las cinco de la mañana del lunes se me reventó la fuente, aunque me moví rápido al hospital no me pasaron hasta las 7:10, toqué rápido la puerta, les dije que la fuente se me había reventado y me dijeron: «Sí señora, siéntese, ahorita la atendemos».

Cuando recibió atención, Roxana presentaba sangrado: el bebé había expulsado materia fecal.

«Yo les dije que cuando llegué no traía sangrado y que mi niño no se había hecho aún. Yo ya sentía que un líquido me escurría, pero los doctores no salían a checar. Al nacer mi bebé lo entubaron, le faltaba oxígeno. Luego ya me dijeron lo de su intestino y no puede comer. Me dicen que mi bebé ya venía mal de sus intestinos, no le funciona ni el intestino grueso ni el delgado», dice Roxana.

Ahora su marido José Guadalupe Vera Vázquez y ella no pueden trabajar. Tienen un hijo de dos años, que también espera la salida de su hermano. Los pronósticos no son alentadores.

«Nosotros tenemos que estar aquí siempre. En veces nos manda dinero la familia. Cuando trabajaba era albañil y de eléctrico, trabajaba con una empresa pequeña allá en Matamoros.

Ahora sólo nos hace falta pañales etapa dos chica. Mi bebé está en el Hospital por Seguro Popular. No come, le alimentan por la vena con un suplemento. Los médicos dicen que con el paso de los días, meses o años les va a afectar el hígado, nos han dicho aquí que ya no pueden hacer nada por mi bebé».

Líam presenta un 30 por ciento de deshidratación, si aumenta el daño sería severo y se enfrentaría a infecciones y otros trastornos.

La historia de Alondra es similar, ocurrió en San Fernando, Tamaulipas. «El Hospital de San Fernando es del Seguro Popular, ahí me decían que me faltaban dos semanas y media, que no me podían hacer cesárea porque el bebé iba a necesitar incubadora. Un día antes del parto, me dijeron que yo ya estaba en labor de parto y me envió a casa a caminar.

Al otro día a las diez de la noche me atiende otro doctor y me dice que yo no estaba en trabajo de parto, pero yo sentía mucho dolor y mi vientre se ponía duro, pero aun así yo me tranquilizaba y para la una de la mañana yo tenía sangrado, aun así me regresaron del hospital y ahí parada estaba coronando, sólo así me atendieron, mi bebé ya se estaba saliendo, él hacía por salirse. Entonces ya comenzó a gritar un doctor, me pusieron en una camilla y me atendieron afuera, no me pasaron a ninguna sala. Nació antes de llegar a un quirófano, tampoco tenían los doctores nada a la mano para ayudar a mi bebé».

«Decían que tenía menos semanas de embarazo y a mí se me estaba pasando el parto», repite.

«A mí bebé le faltó mucho oxígeno y por falta de oxígeno ella se hace en mi panza y ella come eso y le pasa a sus intestinos. Le penetró más en el área de los pulmones. Sufrió también un paro cardíaco y por eso nos trasladaron aquí, traía demasiado excremento en sus pulmones… lo que están esperando es que ella succione porque quedó en «shock», eso me dice la pediatra.

La bebé de Alondra tiene siete días de nacimiento. Sus necesidades para sacar adelante a su hija son de leche y pañales para recién nacido. Su esposo no está en Victoria.

Él decidió continuar en San Fernando, para seguir trabajando en un taller de pintura automotriz y enviar dinero a su mujer y su hija. La niña come por sonda.

Ninguna de las dos mujeres ha pensado en una denuncia por negligencia médica, ambas esperan el desenlace de su historia con bien.

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