En su proyecto, Baltazar suma a talentos políticos de toda la entidad
Hay, sin embargo, oportunistas al acecho de espacios estructurales
Pancho García agrede al Ietam, pero… AN, aportó para engendrarlo
Suman 15 los diputados estatales que han abandonado el Congreso
La sensibilidad política de Baltazar Manuel Hinojosa Ochoa, es una de sus particularidades.
Otras: la humildad, experiencia y madurez, por lo que difícilmente dejaría engatusarse por aventureros, puesto que él muy en claro tiene de qué pie cojean cada uno de ellos.
En su proyecto inmediato como en los anteriores, es incluyente; y eso le ha valido respeto. De la familia priista y la oposición ideológica.
A nadie hace más, ni menos. Por el contrario, acepta sugerencias tanto como críticas. Rehúsa la zalamería y es práctico, según se ve, al involucrar a personajes de distintos establos en su equipo, en la etapa de precampaña interpartidista; y, seguramente, lo hará en la campaña constitucional.
Quienes más cerca están de él son: Roberto Muñoz de la Garza y Marco Antonio Solís Hinojosa; Jesús Collado Martínez, Luis Humberto Hinojosa Ochoa, Eduardo Mansilla Gómez y Bladimir Martínez Ruiz, al igual que Óscar Luebbert Gutiérrez.
De esto no me queda duda alguna.
Pero, ante fragor de los acontecimientos, les dio cabida a Antonio Martínez Torres, Felipe Neri Garza Narváez y Javier Villarreal Terán, e incluso los involucró en posiciones estratégicas.
Precisamente por ser, Balta, un político que suma voluntades.
A grado tal que involucra a personajes que mucho le entienden al asunto, como Pablo Zárate Juárez, Luis Enrique Rodríguez Sánchez y Ramón Durón Ruiz; Isaac Mata Vizcaíno, Efraín de León y Miguel de la Rosa Medrano.
Nora Domínguez también juega un papel importante –al ocuparse de los medios de comunicación masiva–, aun cuando su mérito quiera arrogárselo un personaje con muy negro historial allende el Río Bravo.
En la lista de incorporaciones hay que sumar a Enrique Cárdenas del Avellano –quien supuestamente ya se puso de acuerdo con él–; al diputado federal Edgardo Melhem Salinas, aún en funciones, pero con miras a convertirse en el relevo de Rafael González Benavides –como dirigente del Partido Revolucionario Institucional (PRI)–, y a muchos otros actores
que hacen talacha de manera oficiosa para no ser marginados en la campaña.
Los oportunistas
En los corrillos políticos por cierto, cuanto personaje habla del proceso se vanagloria de ser amigo íntimo de Baltazar, pero sé bien que pocos son los que en realidad mantienen una relación cercana con él.
De ahí que deba aclarar que el oportunismo es una actitud que se presenta en cualquier actividad de la vida humana.
Pero en el quehacer político exhibe una influencia aguda, merced a la proclividad de los actores a ganar notoriedad.
De ningún modo se les podría catalogar como ignorantes ni gente de buena fe, ya que calculan fríamente sus objetivos hasta convertirse en el centro de la atención y el debate cuando en el fondo son simples vendedores de ilusiones.
En una situación normal, los oportunistas permanecen agazapados y su trabajo es silencioso –casi clandestino–, pudiendo llegar (incluso) a prestar servicios al régimen establecido aun cuando éste sea antagónico a los principios y/o proyectos que (ellos) profesan, pero en un escenario de competencia pre-electoral –donde saben que pueden negociar y/o eventualmente salir airosos–, se transforman en sujetos activos, críticos, ‘defensores de los intereses populares’ y en ‘estrategas brillantes’.
Justo en este contexto, a todo le encuentran remedio. Y les da por resolver las cosas en menos que canta un gallo, aunque igual buscan crear una imagen negativa de sus adversarios, enjuiciándolos por lentos, corruptos y carentes de todo compromiso político.
Las personalidades atormentadas de los oportunistas tergiversan y envilecen la realidad –eso me queda muy claro–, al tiempo que suprimen y descalifican cualquier logro, éxito o verdad (de parte de sus rivales circunstanciales) por evidente que éste sea, si ello les favorece.
Regularmente actúan por consigna y no tienen el menor pudor en falsear hechos, que, por cierto, son descontextualizados y adaptados a la conveniencia de los mezquinos intereses que dicen defender.
En concreto, acatan instrucciones de camarillas y/o facciones que las más de las veces profesan tendencias a servirse del poder… no al servicio desde el poder.
Aquí, sin embargo, debo advertir que el oportunismo no es asunto exclusivo de los políticos, pero son quienes más lo practican mediante feroces proclamas y tronantes declaraciones en determinados medios de comunicación masiva.
Ejemplo de ello es que se cuelgan de un problema para emitir juicios parciales e irresponsables, en lugar de contribuir a superarlo, con la simplona intención de querer atrapar la atención del candidato.
Resulta conveniente precisar, entonces, que todo partido que se precie de ser ferviente defensor de la democracia, debe exigir a sus militantes, dirigentes, candidatos, gobernantes y legisladores, que cuando abran la boca lo hagan con conocimiento de causa y proponiendo soluciones; sin fobias ni traumas, dogmas ni mesianismos.
En síntesis, es obligación de la nomenclatura hablar con la verdad y evitar la tentación de querer manipular a la ciudadanía como ocurre de manera sistemática en todos los procesos electorales, donde los fulleros vociferan para darse a notar.
Información distorsionada
La crítica más reciente de Francisco Javier García Cabeza de Vaca en contra de los medios de comunicación masiva, actualiza o reedita, según el punto de vista de cada cual, un viejo problema con la prensa que, en sí mismo, no es una contrariedad de origen, sino la dificultad derivada de la interpretación política-electoral que del estado él hace.
Por eso su berrinche ante la disposición oficial no ha tenido el eco deseado; y sí, por el contrario, se le da la razón a la autoridad en la materia que prohibió hacer proselitismo del abanderado albiceleste por no haber cumplido en tiempo y forma con los requisitos legales.
Desacreditación electorera
Tamaulipas podría vivir nuevamente momentos de incertidumbre en su avance democrático, merced a la descalificación que ya se hace a través de la prensa (mal) llamada nacional, del Instituto Electoral de Tamaulipas (Ietam)) como máximo órgano rector de los comicios a celebrarse en junio próximo.
Así lo dejan entrever las desacreditaciones que los albicelestes y sus corifeos mediáticos realizan sistemáticamente, puesto que con su actitud avalan una de las tesis más recurrentes de lo que ellos llaman inconformidad partidista.
Dicen: “en el estado existe descomposición política”.
Pero este rollo es el mismo que han manejado durante años, aun cuando en nuestra entidad (del noreste) se ha modificado el escenario político y se atraviesa por un clima de certidumbre electoral, a tal grado que las organizaciones (de derecha e izquierda) participantes en la justa ni siquiera cuentan con elementos valederos para descalificar el proceso; menos se han preocupado en reorganizar sus estructuras, como antaño; ni en tender un sólido puente de plata a la democracia que tanto dicen buscar.
Los tiempos
Los tiempos para designar candidatos priistas a los ayuntamientos y la Cámara de Diputados, estatutariamente sólo compete determinarlos al Consejo Político Estatal (CPE), pero en la confección de las ternas por supuesto que quieren intervenir muchas manos.
Por eso cobran especial importancia las palabras del mandatario, pronunciadas al respecto, puesto que estableció que a la contienda el Revolucionario Institucional irá con los mejores prospectos.
“Los vamos a elegir bien, a tiempo. Ni antes ni después y con ello vamos a ganar, porque el PRI es la fuerza de Tamaulipas”, ha dicho.
La aseveración seguramente habría desactivado a los acelerados que desde hace meses inclusive, operan en los 43 municipios y los 22 distritos electorales en busca del posicionamiento que los convierta en candidatos, pues le apostaban a la consulta a la base como el método selectivo, más que a la unidad, que será el factor determinante para la selección de candidatos.
Y es que la unidad es, precisamente, el apostolado inmediato al que recurren los dos partidos políticos más fuertes, en su abierto proselitismo.
Ahora toca al presidente del Comité Directivo Estatal (CDE) del PRI, Rafael González Benavides, darle seguimiento a esa oferta para evitar, sobre todo, que una ‘mano negra’ o ‘pachona’ quiera influir en el proceso selectivo de candidatos, pues se contaminaría cualquier buena intención hasta el grado de dificultarle a los grandes electores el palomeo.
Furor por encuestas
Todos los procesos electorales contemporáneos se distinguen por la recurrencia a medir las preferencias ciudadanas –antes y durante la contienda–, sin que necesariamente las cifras de esos diagnósticos se repitan fielmente en el escrutinio comicial.
Ésta práctica sin embargo, permite a los actores ajustar, modificar o incrementar su actividad proselitista, a fin de consolidar la tendencia observada o remontarla, según le favorezca o perjudique.
En función de las mismas estadísticas, los aspirantes, membretes y sus equipos (más adelante serían de proselitismo) determinan cómo ganar espacios en los medios de comunicación masiva –si acaso creen necesario redoblar sus esfuerzos en el contacto con los posibles electores–, e incluso pueden realizar ajustes en las áreas que no hayan cumplido las metas trazadas (hasta el momento de la medición).
Es una práctica que igual, al conocer los porcentajes y sobre todo las conclusiones aprovecharían para no quedarse cruzados de brazos o durmiéndose en sus laureles. Unos por haber decrecido en el ánimo popular y otros por perseguir victorias holgadas.
Lamentablemente para ellos, las encuestadoras (ya) han perdido mucha credibilidad.
A tal grado que su contratación sería menor en este proceso que, por cierto, empieza a calentarse.
Mercado atractivo
En toda coyuntura electoral proliferan los membretes (con nombres rimbombantes) que se ostentan como serios y confiables encuestadores en relación a los datos que exhiben –resultado de la consulta ciudadana–, pero sé que muchos de ellos carecen de domicilio fijo, aunque circulan profusamente por el correo electrónico y páginas en la internet, ofertando ‘la contundencia del dato’.
Sin embargo, existe la fundada sospecha de que el grueso de esas firmas encuestadoras son ‘patito’, ya que en la presentación de su trabajo no especifican los requisitos mínimos que demanda un estudio sociológico.
En apariencia, ninguna de ellas se conduce a partir de la aplicación de metodologías y técnicas científicas, ya que se dice venden su trabajo a la medida del cliente.
¡Claro!, sin observar la menor responsabilidad, con respecto a los aspirantes y posibles electores.
La antítesis de estas organizaciones ‘patito’, es representada por otras empresas que se distinguen por su seriedad, experiencia y el profesionalismo con el que levantan las muestras.
Lo anterior tiene qué ver con una postura de principios y objetividad, que, aunados al riguroso procedimiento metodológico aplicado, constituyen el soporte de su confiabilidad.
Por tanto, señores aspirantes a las 43 alcaldías y 22 diputaciones de mayoría relativa, lo más recomendable es que pidan autorización a sus dirigentes partidistas, antes de contratar estudios para medir su presencia en las demarcaciones, pues sé, de muy buena fuente, que las estadísticas no influirán para seleccionar candidatos.
Complicaciones
En los diez municipios con mayor explosión demográfica, pululan los aspirantes a las alcaldías, como los pretendientes a diputados, por lo que al PRI y al PAN se le complicaría decidir las candidaturas.
Y más cuando en escena aparecen diputados con licencia, gente de la sociedad civil, militantes que reclaman espacios y hasta la clase política que durante un lustro eludió participar.
¿Qué hacer con tantos tiradores? Es un trabuco que se resolverá en los días por venir, aunque el caso de los legisladores (con permiso) no es tan grave pues al no lograr la candidatura simplemente volverán por sus fueros.
Congreso de suplentes
De los 36 diputados locales que iniciaron la LXII Legislatura –22 por el principio de mayoría relativa y 14 plurinominales–, 15 abandonaron su función por la codicia de ostentar mayor poder político, pues para ellos el Congreso tamaulipeco se les hace poco y menos los electores, que, de una u otra forma, sancionaron su arribo.
Los primeros en exhibir su chapulineo fueron Laura Teresa Zárate Quezada y Álvaro Humberto Barrientos Barrón –ambos del PAN–, por ir, ella, en pos de una curul federal; y él en fórmula con César Augusto Verástegui Ostos, en el proceso para renovar Comité Directivo Estatal (CDE) del membrete albiceleste, que, por disposición centralista, no ha sido capaz de reconocerlo.
La neolaredense fue derrotada en el proceso electoral federal (del 2015) y entonces decidió volver por su fuero que, por días, prestó a su suplente (Marcela Morales Arreola); como igual haría el diputado pese a que Miguel Antonio Sosa Pérez (el sustituto) rehusara ser despojado de ‘su’ curul.
Ambos casos se dieron el año que nos antecede.
Pero en los días más recientes, surgieron en cascada las otras 13 deserciones.
Primero aconteció la de Jorge Osvaldo Valdéz Vargas (PRD) para enseguida, surgir la de Francisco Elizondo Salazar (PAN) –so pretexto de buscar las candidaturas al Gobierno estatal–, dejando los espacios legislativos a Pedro Reyes Sánchez y Ernesto Orozco Castillo (ambos sus suplentes), respectivamente.
Más en corto –léase anteayer viernes 5 de febrero (aniversario de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos)–, fast track, el pleno del Congreso dio trámite a 11 licencias que, en lo cuantitativo, quizás poco signifiquen al desarrollo del quehacer legislativo. Pero, en lo cualitativo, desde luego que inciden negativamente, ya que es como volver a empezar los trabajos del Congreso, desde su agenda hasta el cabildeo, el aprendizaje (que hay que aplicar entre los suplentes) y por si fuera poco, la recomposición de las comisiones, pues quienes dejan tirado el trabajo no previeron la anarquía.
Y eso que Tamaulipas está en el umbral de crecer por su aporte a la reforma energética.
En fin, en la sesión ordinaria de la semana entrante, asumirán sus funciones 11 diputados suplentes que ni usted ni un servidor elegimos en urnas, tan sólo porque así le vino en gana a los saltimbanquis de la política.
He aquí las identidades de los albicelestes:
1) Baldomero Acorta Galván, quien suplirá a Óscar Enrique Rivas Cuéllar; y
2) Paulo Francisco Hernández Alonso, el suplente de Juan Martín Reyna García.
A manera de legislador independiente, asumiría ese cargo Rafael de León Perales (suplente de Alfonso de León Perales). ¡Vaya, bonita familia!
Y respecto a los priistas, arribarían al Congreso:
a) Carlos Enrique Vázquez Cerda, por Ernesto Gabriel Robinson Terán;
b) Sara Alicia González Fernández en lugar de Juan Diego Guajardo Anzaldúa;
c) María del Rosario Meza García porque es suplente de Griselda Dávila Beaz;
d) Eduardo Abraham Gattas Báez, quien es suplente de Ricardo Rodríguez Martínez;
e) Andrés Núñez Ramos, al dejar Carlos Javier González Toral el cargo de propietario;
f) Jaime Enrique Días Sigala, quien acudiría al relevo de Erasmo González Robledo;
g) Georgina Barrios González, la suplente de Eduardo Hernández Chavarría; y
h) Carlos Guillermo Morris Torre, por ser el diputado suplente de Juan Rigoberto Garza Faz.
Por eso os digo: la LXII Legislatura de Tamaulipas terminaría con una mar de suplentes.
Más de lo mismo
En el ámbito federal no se cantan malas rancheras, ya que de los diez diputados priistas (ocho uninominales y dos plurinominales), cuatro ya desistieron y pedido licencia para separarse del cargo.
1) Baltazar Manuel Hinojosa Ochoa por lograr la precandidatura a la gubernatura de Tamaulipas;
2) Yahleel Abdala Carmona para contender por la nominación a la alcaldía de Nuevo Laredo;
3) María Esther Camargo Félix, por su interés de ser candidata al ayuntamiento de Reynosa; y
4) Jesús de la Garza Díaz del Guante, quiere ser el abanderado a la presidencia municipal de Matamoros.
Empero, hay que entender que el proceso electoral, del momento, no es de ningún modo réplica de otros, por lo que aún con todo cuanto digan los eruditos en la materia, la mentada gran familia revolucionaria debe aplicarse a fondo para ganar.
Y eso lo entiende a la perfección el candidato gubernamental, por lo que no bastan los desprendimientos para garantizar candidaturas.
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