MATAMOROS, Tamaulipas.-Un menor de edad con tendencias psicópatas, confesó ante la Policía Ministerial del Estado de manera escalofriante haber asesinado a golpes y asfixiado a un profesor y un modisto a los que luego les prendió fuego para borrar evidencias porque lo querían violar.
El imputado fue identificado como Cirilo “N” de 17 años y con domicilio en el fraccionamiento Las Brisas.
Según el dato, el menor debe dos muertes, la del profesor Erasto Castillo Bautista, de 73 años, y la del diseñador de modas, Ricardo Rodríguez Tavera, de 43.
De acuerdo la información proporcionada por las autoridades, los policías tuvieron contacto con el menor cuando regresó a la escena del crimen que cometió sobre las vías del tren en las calles Galeana.
CRIMEN DEL PROFESOR
El presentado, narró con lujo de detalles ante los agentes la forma en que había matado al Profesor Erasto Castillo, al que conoció la noche del 22 de enero y lo invitó a dar una vuelta.
Luego de pasear en la camioneta del maestro que impartió clases en el Cbtis 135, acordaron ir a una habitación del motel Crown, ubicado sobre la avenida Pedro Cárdenas, a la altura del ejido Buenavista.
Argumenta que el mentor trató de abusar sexualmente de él, a lo que no estuvo de acuerdo
Se cree que hubo forcejeo, y fue cuando el más joven le llevó ventaja al maestro de 73 años.
Ahí aprovechó para golpearlo con los puños hasta ver que ya no se movía y luego lo asfixió presumiblemente con una de la almohada.
Luego de percatarse que ya no respiraba cargó el cadáver, lo envolvió en una sábana, lo subió a la camioneta Chevrolet Trailblazer, modelo 2008, negra y enfiló hacia el bordo del canal del fraccionamiento Casa Blanca.
Momentos antes se detuvo en una tienda de autoservicio compró un galón de agua, la tiró y luego compró gasolina para llevar a cabo su funesto plan.
Llegó a despoblado, bajó el cadáver del Profesor, lo roció con combustible y luego le prendió fuego con un cerillo.
Al ver que las llamas envolvían el cadáver, abordó la camioneta del occiso y huyó del lugar.
Después tomó la Brecha 30 que da al ejido La Venada y ahí abandonó la camioneta, pero antes la quemó.
Pensando que este crimen quedaría en el olvido al borrar con el fuego las evidencias, siguió su vida de manera normal.
Al profesor le robó varias tarjetas de crédito pero no pudo utilizarlas porque los familiares de la víctima las cancelaron al enterarse de su desaparición.
Volvió a salir a la calle en busca de más víctimas.
EL MODISTO
Quince días después, el destino puso en su camino al modisto Ricardo Rodríguez Torres, de 43 años, quien vivía en el centro de la ciudad.
Al continuar con las investigaciones, el menor aseguró que en el Parque Olímpico contactó con una persona que dijo llamarse Felipe y que tripulaba una camioneta Caravan, color blanca, mexicana.
Ya estaba oscureciendo y ahí estuvieron ambos arriba del vehículo donde practicaron sexo, según lo revela el adolescente.
Como el modisto también lo quiso volver a intimidar, éste se opuso y fue cuando le dio muerte a golpes.
Con el cadáver a bordo, manejó la camioneta y repitió la operación de comprar agua en una tienda para aprovechar el galón y cargar gasolina.
Después atravesó el centro de la ciudad hasta llegar al bulevar y luego voltear hacia las vía del tren a la altura de la Galeana.
Se estacionó a un lado de los durmientes y tras bañar el cuerpo con gasolina le prendió fuego.
Rápidamente huyó del lugar hacia su domicilio y así anduvo a salto de mata hasta que regresó al lugar del horrendo asesinato y fue detenido por los ministeriales.
A su detención se le aseguró una camisa tipo militar y unas fornituras.
El menor ya fue turnado a la agencia especializada en conductas antisociales cometidas por adolescentes, donde se definirá su situación.




