La sabiduría popular lo dice con claridad: ‘La desesperación no es buena consejera’.
Esa frase, simple, sencilla, sin palabras ‘rebuscadas’, contiene filosofía pura. En la psicología moderna lo denominan ‘inteligencia emocional’ o ‘control de las emociones negativas’.
Tanto los especialistas del análisis conductual como los ‘filósofos de la calle’ coinciden en ese punto: no es nada bueno tomar decisiones cuando las emociones se desbordan, cuando se cae en la desesperación. Las consecuencias serán lamentables.
Esa conclusión, académica o callejera, aplica tanto en la construcción de un proyecto de vida como en la edificación de un proyecto político.
Sin embargo, el problema con los políticos es que se mueven en un ambiente plagado de egos y soberbias, de jerarquías organizacionales determinadas por el poder y el dinero, de equipos que nunca se diseñan -grave problemática de la cultura de la política mexicana- en base al mérito y la capacidad.
Eso es lo que sucede hoy en Altamira. Una serie de aspirantes buscan, contagiados por el virus político del ‘ahora o nunca’, la candidatura del PRI a la diputación local por el Distrito 19, que comprende la zona sur altamirense y las colonias del área norte de Ciudad Madero.
Entre la locura y la calentura, esos aspirantes presentaron sus renuncias a sus cargos o solicitaron licencias para separarse de sus puestos de elección popular. ¿Quiénes integran ese singular contingente? Los nombres: Víctor Meraz Padrón, Ciro Hernández Arteaga y Lucero Zaleta Pérez.
Ellos tomaron una decisión en base a la rebeldía: quieren ser diputados locales, lo cual es muy respetable, pero el problema es que es evidente que no tomaron en cuenta -algo elemental en el quehacer político- el contexto y las circunstancias.
Para comenzar, en la contienda tricolor por esa nominación al Congreso del Estado existe un ‘elegido’. Al más puro estilo del Revolucionario e Institucional, el aspirante que recibió ‘la bendición’ para registrarse como precandidato a la diputación local por el Distrito 19 fue Esteban de la Portilla, que solicitó licencia para separarse de su regiduría.
Con ‘la señal’ recibida, se inscribirá como ‘el elegido’ a la Convención Distrital de Delegados que se realizará el próximo 8 de marzo. Estas asambleas, de acuerdo a la convocatoria emitida por el comité estatal tricolor, se realizarán entre las 3 y las 6 de la tarde.
Esteban de la Portilla fue seleccionado no en base a sus méritos, ni a su capacidad, ni menos a su conocimiento político. Será el candidato del PRI a diputado por el Distrito Local 19 porque es el hijo de los influyentes ex alcaldes de Altamira, Genaro de la Portilla Narváez y de Romana Flores Rivera.
Pero el ex regidor también fue escogido en base a la popularidad de su apellido. No hay duda: el nombre y la familia cuentan. Es el heredero político de un personaje que en dos ocasiones fue presidente municipal, cuya habilidad y astucia política dejó huella en el terruño altamirense.
Al no entender el peso del apellido ni la influencia de los padres de Esteban de la Portilla, los demás aspirantes pretenden enarbolar la bandera de la rebelión. No obstante, carecen de un aspecto elemental para encabezar un movimiento: liderazgo.
Eso se refleja de inmediato en la toma de decisiones de cada uno de ellos. En la desesperación, deciden sus acciones. Si conocen las reglas del partido tricolor, no deberían asombrarse de la virtual designación que tomaron en los más altos niveles del priismo.
Por tanto, Víctor Meraz, Ciro Hernández y Lucero Zaleta debieron analizar que, muy posiblemente, ganaban más perdiendo en este momento. Cada uno de ellos llevaba, más o menos, una trayectoria política en ascenso, pero que se puede ir al precipicio por tomar decisiones desesperadas.
Ciro Hernández, por ejemplo, tiene una carrera en el servicio público que ya llama la atención: tesorero de una administración municipal, síndico en el Cabildo, coordinador de la Sedesol estatal en Altamira y jefe de la Oficina Fiscal de la localidad.
En su futuro podría estar una regiduría o una dirección o secretaría en el Ayuntamiento, pero… por lo visto quiere entrar a la ‘catafixia’ y lo puede perder todo. Se afirma que ya regresó a los brazos de sus ‘padrinos’ políticos: Juvenal Hernández Llanos y Alma Laura Amparán, virtual candidata del PAN a la alcaldía de Altamira.
Se dice que Ciro Hernández ya escuchó la tentadora oferta de ser el candidato blanquiazul a la diputación local por alguno de los distritos altamirenses. ¿Aceptará la propuesta panista? ¿Abandonará las filas tricolores para ir en pos de una ruta cuyo resultado es indefinido e incierto?
Lo mismo sucede con Víctor Meraz: regidor priista en el trienio anterior, secretario técnico del actual Ayuntamiento de Altamira, secretario de organización del PRI local y, sobre todo, hasta hace pocas semanas, amigo y persona de confianza del primer priista de la ciudad.
¿Qué pasó con Víctor Meraz? Tiene una legítima aspiración, pero no supo procesar la decisión final en base a las reglas no escritas del Revolucionario Institucional. Ahora, según cuentan, se encuentra en la ruta de dejar el tricolor. Además, amenaza con utilizar las famosas ‘listas’ de las estructuras priistas a favor de la oposición el día de la jornada electoral… documentos que sirven de poco si ‘la maquinaria’ del ‘ex invencible’ se echa a andar como se acostumbra.
Es la ‘locura’ y la ‘calentura’ que contagió a ciertos personajes del priismo altamirense, en el contexto de un proceso electoral que, se reitera, no será fácil para el Revolucionario Institucional, pero que también puede ser la oportunidad para que el tricolor se deshaga de aquellos que, al mirarse en el espejo, se pierden en el ego y la soberbia.
MIERCOLES Y JUEVES, DIAS DECISIVOS
Entre mañana y el jueves se anunciarán los nombres de los candidatos priistas a las alcaldías de Tampico y Ciudad Madero, que serán designados bajo el procedimiento de postulación directa, un eufemismo de ‘Dedazo’.
El registro de los precandidatos se realizará el próximo sábado 13 de febrero, entre las 11 y las 13 horas en las sedes municipales.




