La molestia debió haber sido enorme, porque cuando inesperadamente se anunció este martes que Miguel Basáñez había sido removido de su cargo como embajador ante la Casa Blanca, la petición de beneplácito para su relevo, Carlos Sada, ni siquiera se había enviado a Washington. Basáñez, el embajador más efímero que ha tenido México ante el gobierno de Estados Unidos –cinco meses apenas duró su gestión-, supo de su suerte al terminar la semana pasada, aunque su destino lo fue construyendo sobre los pedazos de su prestigio por ineficiencias y tropiezos.
Basáñez, a quien en este espacio se elogió cuando fue designado, resultó un fiasco. Había sido una selección personal del presidente Enrique Peña Nieto, a quien conoció cuando estudió la secundaria con su hija Tatiana en Toluca, que sorprendió a todos. Cuando el entonces secretario de Relaciones Exteriores, José Antonio Meade, fue a un acuerdo en Los Pinos con su lista de candidatos a la embajada que había dejado vacante Eduardo Medina Mora, el número uno era Sada, un muy reconocido cónsul en Estados Unidos, que no tenía padrinos políticos ni respaldos grupales dentro del Servicio Exteriores Mexicano, al cual no pertenecía. Atrás de él iba el nombre del embajador Miguel Ruiz Cabañas, actual subsecretario de Relaciones Exteriores para Asuntos
Multilaterales y Derechos Humanos, y Vanessa Rubio, quien era subsecretaria de Relaciones Exteriores para América Latina y El Caribe, y hoy subsecretaria de Planeación en Desarrollo Social.
Pero Meade ni siquiera pudo describir sus atributos y fortalezas, porque el Presidente le dijo que sería Basáñez, a quien el ex canciller no conocía. Meade despachó a Washington al entonces subsecretario para América del Norte, Sergio Alcocer, para que informara directamente a la subsecretaria de Estado para Asuntos Latinoamericanos, Roberta Jacobson, que el Presidente había designado a Basáñez. Jacobson no lo conocía, pero cuando le dijo Alcocer que era profesor e investigador de la Escuela Fletcher, para diplomacia y política, en la Universidad de Tufts, donde ella había obtenido su posgrado, el camino se abrió para que el beneplácito corriera sin obstáculos. Todas las estrellas se le habían alineado.
Basáñez no entendió nunca su papel. Uno de sus grandes yerros tácticos fue la estrategia frente a los ataques de Donald Trump, el aspirante a la Presidencia de Estados Unidos.
Los diplomáticos mexicanos en Estados Unidos comenzaron a movilizar comunidades mexicanas en varias ciudades en contra de Trump, organizándoles talleres gratuitos para lograr la naturalización y la ciudadanía para que pudieran votar contra él. Pero fue tan torpe, que se hizo público, con lo cual chocó con una postura cuidadosa del gobierno mexicano que desde el año pasado, por petición directa del Partido Republicano, se mantuvo fuera del cuadrilátero del belicoso empresario.
El activismo político, abiertamente injerencista, contrastaba con la pasividad con la que trabajaba con el Capitolio. Gabriela Cuevas, presidenta del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, con muy buen acceso en Los Pinos, se quejaba del mal trabajo de enlace que hacía el embajador, que les había impedido mantener un diálogo fluido y continuo con sus contrapartes en Washington, para expresar sus opiniones sobre lo que veían en el proceso electoral en Estados Unidos. En el campo de la relación entre los gobiernos, funcionarios de diversas dependencias se quejaban de la poca colaboración que tenían de Basáñez, y de su pasividad para atajar en la primera trinchera las críticas y embates de la Administración Obama en temas como el de la seguridad.
El punto de quiebre de Basáñez, sin embargo, no se dio sino hasta días después de haber participado en la “Semana de México 2016”, organizada por la comunidad mexicana en la London School of Economics, y analizarse los comentarios que hizo ante un auditorio de casi medio millar de personas. El embajador sorprendió a muchos en el Old Theatre de la respetada escuela, pero indignó a más en México, al declarar que no eran el narcotráfico, la guerra, el cambio climático o la miseria las peores amenazas para la humanidad, sino la inteligencia artificial y la robótica. Con una frase, Basáñez había desmantelado el discurso oficial y varias de las principales políticas públicas del gobierno de Peña Nieto.
No es el narcotráfico, la guerra o la miseria, “la peor amenaza para la humanidad, incluso peor que una guerra nuclear o el cambio climático es la inteligencia artificial y la robótica”, dijo el embajador de México en Estados Unidos en un evento titulado “México y su lugar en el mundo” en Londres.
Esto no lo dijo en una conversación privada o cerrada, sino en una convocatoria abierta de la London School of Economics (LSE) para asistir a un foro público y gratuito donde asisten centenas de académicos, activistas, empresarios y periodistas cada semana y actualmente celebra la decimosexta edición anual de la “Mexico Week 2016”.
En el Old Theater de esta institución, auditorio con capacidad de casi quinientas personas, el embajador Miguel Basáñez le pidió a la audiencia “guardar un secreto” y “no grabarlo” ni adjudicar el contenido de sus declaraciones a su persona para mantener su privacidad.
Lo que declaró, bajo su posición como embajador, fue:
“Margarita Zavala es una gran persona, muy bien entrenada y con buenas ideas. Seguramente ella podría ser una gran candidata (presidencial) para el PAN y espero que el PAN la apoye. Ella ha dicho claramente que si el PAN no la apoya, ella se presentará como independiente”, dijo Basáñez
“Y no creo que eso sería bueno para el PAN porque tiene una muy buena, fuerte presencia”, añadió.
Sobre su nominación a embajador, relata: “No me di cuenta que el presidente de México, que conocí como un adolescente en los días (en los que trabajé) en el gobierno del estado de México, me había puesto atención a lo que yo decía”.
“Fue hasta que el día en que (Peña Nieto) me dijo: has estado escribiendo, platicando y dando conferencias sobre qué es lo que México debe hacer en Estados Unidos. ¿Por qué no vienes ahora y lo aplicas?
Y me agarró por sorpresa y dije ¡nonono!, yo dije que México lo debería hacer ¡pero no yo!, y para hacer la historia corta, aquí acabe”, contó.
Presidentes estadunidenses son poco poderosos: Basáñez
Sobre una posible presidencia de Donald Trump, el embajador de México en Estados Unidos dijo que: “los presidentes estadunidenses son muy poderosos alrededor del mundo pero no dentro de Estados Unidos. ¿Ok?”.
Ahora, “todo dice (aparenta) que Trump será el candidato republicano”.
También existe un “paralelismo” entre los años de 1920 y 1930, (periodo de ascenso de Adolf Hitler), con la época actual: “En 1929 el presidente Herbert Hoover en los Estados Unidos propuso algo similar a lo que Trump propone ahora” y esto es “peligroso”.