Pasaron poco más de siete días para que se encendieran los focos de alerta en el equipo que tiene la misión de sacar adelante la campaña de “Chuchín” de la Garza.
Ocurrió algo similar al caso de Baltazar Hinojosa: ambos tuvieron arranques muy llamativos.
El evento que se realizó en el Parque Cultural el lunes de la semana pasada atrajo muchas miradas por la asistencia masiva de la estructura tricolor, y por el discurso del candidato a la alcaldía, quien parecía -ahora sí- se asumía como opositor para utilizar un lenguaje más fuerte ad hoc con lo que exigen los militantes de su partido en Matamoros.
Pero al día siguiente todo volvió a lo que podría considerarse la normalidad.
“Chuchín” volvió a sus largas disertaciones sobre los valores familiares, y su cruzada por rescatarlos. Tema importante si los hay, pero que despierta pocas pasiones en una campaña del siglo XXI.
El diputado federal con licencia empezó a reciclar la campaña del año pasado en la que ganó con diferencia contundente, pero gracias a condiciones muy particulares.
El equipo de Chuchín, sobre todo los elementos enviados desde Victoria, se dieron cuenta a tiempo de que la actual será una competencia muy distinta a la del 2015. Más difícil. Y decidieron poner manos a la obra para relanzar la campaña de De la Garza, y de los candidatos a las diputaciones locales que estaban siendo arrastradas por la misma inercia.
El primer nuevo elemento que ya puede detectarse en su mensaje es precisamente el ingrediente crítico que forzosamente debe incluirse cuando se habla desde la oposición.
Palabras más directas, que no señalen la urgencia de ver crecer familias fuertes, sino la de pavimentarles las calles por las que caminan esas familias todos los días para ir a trabajar.
Si “Chuchín” mantiene la renovada actitud asumida en los últimos dos días, todo lo demás será ganancia, consideran en el entorno del candidato.
Porque no está de más decirlo: la preocupación de los priístas radica en que en estos momentos, los números entre los punteros para ganar la alcaldía se encuentran muy cerrados. Y ese es un escenario que puede hacer mucho daño al proyecto tricolor. El menor de los males, insisten, sería volver a quedarse afuera del Palacio de la Sexta. El peor: hacerle un hueco en la votación a Baltazar Hinojosa, en una contienda en la que cada sufragio será vital.




