El asalto a casa habitación, el robo de autos y el robo a peatones impulsaron a la alza los delitos del fuero común en Tamaulipas en el primer trimestre del año, de acuerdo con las denuncias presentadas ante el Ministerio Público del Estado, y aún queda una cifra no computada por decisión de las víctimas.
En los primeros tres meses del año se han denunciado 685 robos a casas habitación, lo que coloca a Tamaulipas en el lugar 14 a nivel nacional.
En 639 de los casos, los robos se cometieron sin que hubiera violencia de por medio, es decir, ninguno de los moradores estaba presente; en los 46 restantes, desafortunadamente las denuncias indican que los ladrones ejercieron algún tipo de violencia.
Matamoros, Reynosa, Victoria y Nuevo Laredo, son las ciudades que tienen el mayor número de denuncias de robos domiciliarios con 181, 124, 101 y 81 denuncias de este tipo en las agencias del Ministerio Público.
Es Reynosa la que se mantiene a la cabeza en robo de autos con 440 denuncias; en enero se robaron 133 autos, 162 en febrero y en marzo, de acuerdo al semáforo delictivo, las unidades robadas sumaron 145, lo que lo mantiene en el semáforo en rojo.
En segundo lugar se encuentra Nuevo Laredo con 157, seguido de Matamoros con 146 robos en tres meses, Tampico suma 142 y Victoria con 114 denuncias.
Los transeúntes tampoco se escapan y en el primer trimestre del año, las estadísticas del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, registra 360 denuncias de robo, en 40 de los casos, los ladrones despojaron a sus víctimas sin mediar violencia, pero en 320 de las denuncias, se explica que hubo presente algún tipo de arma utilizada para perpetrar el robo. Por ciudades, las más peligrosas para los que andan a pie son Reynosa, Tampico, Altamira, Matamoros y Nuevo Laredo, lo que pudo comprobar Ricardo, quien pasó unos días de vacaciones en Tampico junto a un grupo de amigos en las pasadas vacaciones de Semana Santa.
De acuerdo a su relato, disfrutaron de varios días en la playa y en varios centros de diversión, cuenta que precisamente una noche que salieron a cenar, olvidó sus cigarros en el coche, por lo que después de cenar, caminó dos cuadras alejado del restaurante ubicado en la llamada zona dorada de la ciudad; allí lo esperaba un joven que lo amenazó con una navaja, por lo que sin oponer resistencia le entregó la cartera.
“Como iba con mis amigos preferí no arriesgarme, le di la cartera y salió corriendo, cuando menos no me pidió las llaves del carro, eso hubiera estado peor, la verdad el tipo corrió para un lado y yo para el lado opuesto hasta llegar al restaurante, creo que tuve suerte”, comenta.
Volvió a su hogar y lo halló vacío…
Cuando Roberto llegó a su casa esa noche junto a su esposa y a su pequeño que llevaban en brazos porque ya dormía, nunca esperó que todo aquello que con grandes sacrificios había obtenido después de tres años de trabajar junto a su esposa, se había esfumado.
La cerradura de su casa estaba forzada, con miedo, pidió a su esposa, que cargaba en brazos a su pequeño de dos años que ya dormía, permaneciera en la acera de enfrente, mientras entraba a revisar, tal vez alguien estuviera adentro y sus vidas corrían peligro.
Revisó pero no encontró a nadie ni nada, su pequeña casa de tres recámaras había sido vaciada, muebles, una pantalla, la pequeña mesa de cuatro sillas y su colección de discos compactos no estaban.
En la cocina, todo estaba revuelto, había algunos trastes de plástico tirados en el suelo, pero sartenes, licuadora y el horno de microondas había desaparecido y en la recámara el panorama también era desalentador.
Puso su denuncia a la policía que inmediatamente llegó para tomar conocimiento de los hechos, pero nada se pudo hacer, los vecinos no vieron nada extraño, sólo una camioneta que llegó y subía cosas, pensaron era una mudanza.
A dos años de los hechos, los responsables no han aparecido y Roberto llevó a su esposa y su hijo a vivir a casa de sus papás para volver a ahorrar y comprar sus cosas nuevamente.




