Escribir es un placer, pero no hay mayor placer de que lo que escribimos tenga lectores. Soy muy leído en el altiplano y también en las zonas urbanas. No es vanidad, es cantidad de lectores que celebran mis escritos no siempre atinados pero si destinados al buen humor y la alegría de vivir.
“Todo con medida” dice el comercial, pero la medida está en el cuerpo con las medidas del hombre y de la mujer.
Hablo de la rosa como hablaron los poetas y filósofos y no me sustraigo de una vida intelectual y del relajo a la mexicana.
Ya estamos en junio, mes poético para Carlos Pellicer, a quien tuve la gracia y la fortuna de conocer en la Ciudad de México, decía el poeta; “Junio me dio la voz…inconmensurable.”
Y es que el mes de junio es un retrato al espejo de la naturaleza que cambiante es una vecindad de lluvias y de arrojos de cantos de pájaros que trinan en el valle de hojas.
Porque no necesito hablar de las elecciones porque es un pantano de propaganda. Al final la política es un atavió de propaganda de dimes y diretes donde los más listos se comen el pastel con todo y moño.
Mejor hablar de la poética del quejido, de la chanza, de las cucarachas, de los zancudos, del chismorreo y el cachondeo de los atardeceres. Mi me dicen mis colegas de la montaña que son muy leído, que no aplaudido, en Bustamante, Miquihuana, Tula y anexas. No soy hombre de campo pero mis padres si vinieron de los perfumes campiranos.
También me buscan en internet en Monterrey, Tampico y la frontera grande y chica, porque según dice les caigo muy bien.
Esto de escribir, decía es un placer que se alterna con la cultura estética, de las dos creaciones de mi vida, el arte y la literatura.
Por eso es bueno relajarse, estirar la pata, alargar los brazos como si fuéramos felinos o perros de caza, para recrearnos en la existencia, la feliz existencia de escribir para los demás. A una multitud que comparte la euforia de escribir.
Por eso no hablo de las elecciónes ni candidatos, mejor hablo de la rosa como decía el gran Javier Villaurritia, por su excelsa belleza al abrirse en mañana en flor, con el perfume de mar y los vientos de música que se envuelven en los petalos húmedos del sueño.