El manual político del régimen priista del siglo pasado establecía que los ex presidentes de la república tenían que manejarse con absoluta discreción, alejarse del escenario público, abandonar las cámaras y los reflectores mediáticos y, si acaso, aceptar una embajada en un distante país.
Era una fórmula que se aplicaba en los autoritarios tiempos de la Presidencia Imperial (título de uno de los libros de Enrique Krauze), pero que funcionaba a las ‘mil maravillas’.
De esa forma, el presidente en turno, tras cortar el cordón umbilical con quien lo designó, ejercía el poder sin responder a la opinión y juicio de quien había residido en Los Pinos.
Con la alternancia en el poder presidencial y con el triunfo del panista Vicente Fox, esa ‘salida’ que se le daba a quien había gobernado la nación concluyó. Ese estilo llegó a su fin. Y ahora tenemos a los ex presidentes de extracción panista que hablan de todo y se meten en todo.
Si bien el máximo pecado del botudo y frívolo guanajuatense fue dejar que el poder de la presidencia lo detentara y lo manejara su ambiciosa y oportunista esposa, Martha Sahagún (cuyos hijos se enriquecieron de forma cínica y vil), los pecados de Felipe Calderón tienen que ver con la sangre derramada en México por la estúpida guerra que declaró en contra de los cárteles del narcotráfico… mientras favorecía abiertamente al mayor capo de todos: Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán.
En ‘el Sexenio de la Muerte’, en el sexenio calderonista, el líder del Cártel de Sinaloa acumuló un poder exorbitante, prácticamente infinito. Hizo y deshizo a su antojo, sin que las autoridades lo detuvieran, asunto que despierta múltiples suspicacias y reiteradas sospechas.
No es casual que fue hasta el actual sexenio, el que preside el priista Enrique Peña Nieto, cuando ‘El Chapo’ Guzmán fue puesto tras la cárcel, no en una, sino en dos ocasiones, luego de una fuga que exhibió la inmensa corrupción que persiste en los penales.
Después de incendiar el país con una guerra que, entre otras cuestiones, pretendió ocultar el fraude que cometió para vencer a Andrés Manuel López Obrador en las urnas (en la que recibió ayuda de varios ex gobernadores ¡¡¡priistas!!! -¡ah, esos ‘panuchos’ de doble moral!-), ahora Felipe Calderón anda en campaña para impulsar a su esposa Margarita Zavala. ¡Caramba!
En su loca carrera por darle la mano a su ‘señora’, el presidente que se hace pasar como ‘héroe de guerra’ hasta chocó con un ciudadano común y corriente, a quien, pobre, los guaruras del ex primer mandatario se le fueron encima y con las armas por delante (¡obvio!).
El ridículo de Felipe Calderón ha llegado más lejos en estos días que hizo campaña a favor de los candidatos del PAN a las gubernaturas en juego el próximo domingo 5 de junio. Por ejemplo, lo que sucedió en Veracruz fue aberrante y lo pintó de cuerpo entero en un solo trazo.
Resulta que en tierras jarochas, el ex presidente de extracción panista se lanzó en contra de Javier Duarte, mandatario veracruzano, a quien acusó de un desvío de 3 mil millones de pesos perpetrado en 2011, cuando ‘Felipillo’ todavía era ‘el señor de Los Pinos’.
Lo curioso es que si el michoacano supo de esa pillería cometida por Javier Duarte hace 5 años, ¿por qué no ejerció, a través de las autoridades competentes, acción penal en su contra? ¿Por qué esa situación no se conoció en su mandato? ¿Y por qué lo denuncia, en un mitin político a favor del candidato panista Miguel Angel Yunes, hasta ahora?
Es evidente que Felipe Calderón no solamente quiere ayudar a su esposa Margarita Zavala a ser la candidata del PAN a la presidencia de la república en 2018, sino que quiere ser el poder detrás del trono de Los Pinos. Eso está más que claro.
También es muy claro que el ex presidente desea ser centro de atención de los medios de comunicación. Sin embargo, ese deseo lo va a conducir a hablar de más y, por supuesto, a caer en el error con frecuencia. Ese es el error de Felipe Calderón, quien va a tropezar con su propia lengua y su larga cola.
Precisamente eso era lo que trataba de impedir el viejo manual político del régimen priista del siglo pasado: que los ex presidentes de la república se retiraran de la vida pública y que no expresaran opiniones sin ton ni son, a fin de que no incurrir en ‘resbalones’ y equivocaciones.
Pero eso nunca lo va a entender un tipo como Felipe Calderón, caracterizado por su mal carácter, por sus constantes arranques de cólera y enojo. Un sujeto que dejó a México bañado en sangre.
Y PARA CERRAR…
De acuerdo a las cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), el sexenio de Felipe Calderón arrojó un saldo de 121 mil 683 personas muertas en hechos violentos y relativos a la guerra contra el narco. El terror.




