Mañana como decía Alexander Calder: “Agarre aire”, respire, como si fuéramos móviles de conciencia con el objetivo de votar por quien le dicte su corazón y la razón.
Separe chismes y vaciladas, vaya firme con el dedo pulgar levantado con la sed de triunfo. Yo tengo mi candidato, ustedes lectores el suyo. Pero voto por mi razón y el panorama que vislumbro para mi estado que anhela, busca la paz. Para mí la paz de la cultura, el motor de la imaginación que irradia los confines de esta tierra nuestra desde el mar a la montaña. Desde los planos verdes y desérticos hasta los altiplano de color y de esperanza. Votar es un deber, un acto ciudadano que puede esclarecer los fantasmas que hemos vivido en estos últimos años.
Votar es vencer, votar es encaminar esfuerzos y esperanzas. Yo creo en la imaginación del arte, la imaginación que da la cultura, la movilidad de nuestro ser.
Que forja una esperanza en las calles y en nuestros hogares.
Bien decía el creador de los móviles; “salimos a la calle agarrando viento”. Soñemos pues, tenemos derecho a soñar
Con un voto a nuestro favor, por la vida. Una existencia de trabajo, que no puede ser frenada nunca. Votar es democratizar el panorama de la belleza del ser humano.
Votar siempre es una esperanza tangible, maravillosa de ser ciudadanos.




