De nada valieron la guerra sucia, las calumnias ni la compra del voto, el hartazgo de la sociedad contra décadas de corrupción, impunidad y de promesas incumplidas, además del pobre resultado rendido por la estrategia de seguridad, la mayoría de los votantes de Tamaulipas decidieron mediante el voto poner punto final a 87 años de hegemonía política del PRI.
Cansados de tantos problemas y de la cantaleta de que en Tamaulipas no pasa nada, los ciudadanos tamaulipecos salieron en masa el domingo no solamente para otorgar la gubernatura al PAN, sino que también la mayoría de los asientos del Congreso del Estado y las riendas de los principales ayuntamientos, entre estos, los de Nuevo Laredo, Reynosa, el Mante, Madero y Altamira.
Aunque será impugnada, la única que se salvó de la debacle en el sólido sur fue la maestra Magdalena Peraza Guerra, quien, ahora con la camiseta de la alianza del Revolucionario Institucional, logró un apretado triunfo sobre el panista Germán Pacheco Díaz y cumplió el anhelo de gobernar la ciudad por segunda ocasión.
La ola encabezada por Francisco Javier García Cabeza de Vaca, no sólo truncó los sueños políticos de Baltazar Hinojosa Ochoa, al que sepultó en votos, en Madero sacó del palacio municipal al sindicato petrolero y llevó a la alcaldía al empresario panista Andrés Zorrilla Moreno y al compañero de fórmula de éste a la curul del distrito 20 del poder legislativo estatal, el perredista Joaquín Hernández Correa.
Los panistas que no se sumaron al proyecto político del ex presidente del Consejo Empresarial del municipio que gobierna Alberto Neri Castilla, únicamente porque no era militante, como han argumentado, deben de estar arrepentidos.
Los que están de plácemes, en cambio, son los miembros activos del grupo del ex regidor Javier Morado Salazar, entre estos el dirigente del partido político en aquella ciudad, Óscar Morado Gámez, quienes, no obstante que Cabeza de Vaca no era el candidato de sus simpatías, olvidaron las diferencias internas y en aras de fortalecer las filas del panismo en la ex capital petrolera, se sumaron a la causa política del reynosense y la de Zorrilla Moreno.
El abanderado blanquiazul a la gubernatura acabó igualmente con las aspiraciones de la terna de aspirantes del tricolor de Altamira integrada por Griselda Carrillo Reyes, Esteban de la Portilla Flores y Felícitas Martínez Almazán, estos dos últimos candidatos a las diputaciones de los distritos 19 y 18 y les dio pase de acceso al ayuntamiento y al palacio legislativo estatal a tres ex priístas, Alma Laura Amparán Cruz, esposa del ex alcalde Juvenal Hernández Llanos, Víctor Meraz Padrón y Ciro Hernández Arteaga.
Pero si la derrota de la gubernatura resulta amarga y dolorosa para el Revolucionario Institucional y sus aliados políticos, la pérdida de la mayoría del Congreso es todavía peor ya que los deja en situación de riesgo.
El descalabro legislativo debe de tener más que nerviosos y preocupados, por ese motivo, a aquellos servidores públicos que no tienen las cosas en regla ya que en la próxima legislatura estatal no contarán con la comprensión de los diputados del ex invencible en la aprobación de las cuen- tas públicas y podrían verse en aprietos.
Lamentablemente para la bandera priísta, en la disputa de gubernaturas del domingo el PAN no solamente ganó Tamaulipas, también se encaminaba a la victoria en las de Durango, Quintana Roo, Veracruz, Aguascalientes y Puebla, en tanto que el PRI parecía que retendría las de Zacate- cas, Tlaxcala, Hidalgo y reconquistaría las correspondientes a Sinaloa y Oaxaca. Si, como se presume, se confirman estos resultados, Acción Nacional habría dado un paso en firme para volver a gobernar el país en la sucesión presidencial del 2018.
Aunque aún resulta prematuro para hablar del tema, no sería extraño ni sorprendería a nadie que lo ocurrido el domingo en nuestro Estado se repitiera en la elección del sucesor de Enrique Peña Nieto.
Entre otras razones, porque, además de que el actual gobierno federal no ha respondido a las expectativas de la sociedad, el partido político que gobierna actualmente a México se ha quedado sin prospectos de peso para enfrentar a Andrés Manuel López Obrador en la izquierda y a Margarita Zavala, si las pugnas e intereses internos no disponen otra cosa, en la derecha.