1) Las redes sociales sí votan. La preferencia por el candidato panista en el universo de internet era apabullante. Pese a que buena parte de las acusaciones en su contra se desplegaron precisamente en el mundo digital, ganó la guerra de likes y comentarios de principio a fin de la campaña.
Todavía el sábado por la noche, muchos insistían en que el PRI no tenía razón para preocuparse, porque los “activistas” de Facebook y twitter no salen a votar. El domingo se estrellaron con la realidad.
2) El voto joven pesa. A reserva de que al paso de los días podamos comprobarlo con estadísticas en la mano, queda la impresión de que el candidato ganador conquistó a los votantes más jóvenes, que se sienten completamente ajenos a la tradición priísta. La campaña de Baltazar Hinojosa intentó atraer a las nuevas generaciones a su proyecto y evidentemente no lo consiguió. Podemos empezar a sepultar -buena noticia- la trillada sentencia de que los jóvenes no se interesan en política.
3) Las movilizaciones son engañosas. Las últimas dos semanas de las campañas presenciamos una guerra de fotografías en la que se buscaba mostrar las concentraciones más grandes de simpatizantes. El viejo lugar común del músculo político. Paradigmático será el caso de Reynosa donde el priísmo presumió eventos multitudinarios, y al final en las urnas fueron apabullados por el PAN, abanderado por una candidata a la que pocas veces vimos en actos masivos. O el de Madero donde los petroleros llenaron a reventar avenidas y el Centro de Convenciones, para salir en la foto tricolor, pero luego votaron por Acción Nacional.
4) La estructura no (necesariamente) gana elecciones. El PRI armó un ejército de operación política que saldría a dominar el territorio. Alimentó y aceitó una estructura que de hecho no falló el 5 de junio. Ahí están los más de 450 mil votos que esperaban, los que tradicionalmente soportan sus triunfos. El problema es que en esta ocasión el voto ciudadano fue demoledor. Ante la voluntad de una sociedad cansada, no hay estructura que valga. El reto del PRI es aceptar su realidad, y tratar de comprender por qué fueron incapaces de enamorar a los ciudadanos ajenos a su aparato clientelar.
5) Matamoros fue la única ciudad del estado donde ganó Baltazar Hinojosa. En el resto de los municipios importantes de Tamaulipas la ventaja para Francisco García Cabeza de Vaca fue amplia, incluida la muy priísta capital del estado. “Chuchín” de la Garza y los operadores que llegaron para apuntalar su campaña como Manuel Muñoz Cano pueden sentirse satisfechos, pero no confiados. La “localía” de Balta obviamente pesó para que se diera éste resultado, pero el 2018 está muy cerca y ahí no se repetirá este fenómeno.
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