JERUSALÉN, Israel.- Israel impuso el jueves una serie de restricciones drásticas al movimiento de palestinos y desplegó cientos de soldados más en Cisjordania, en respuesta a un ataque en Tel Aviv que mató a cuatro israelíes.
El tiroteo, perpetrado el miércoles en la noche por dos palestinos de Cisjordania, fue dirigido contra un concurrido distrito turístico y de restaurantes en el corazón de Tel Aviv y estuvo entre los más letales y descarados en una ola de violencia que tiene nueve meses. El lugar está enfrente de un cuartel del ejército israelí. Los dos palestinos están detenidos.
Mientras el primer ministro Benjamin Netanyahu se preparaba para reunirse con su gabinete de seguridad y discutir más respuestas, el ejército israelí anunció el despliegue de dos batallones adicionales en Cisjordania “de acuerdo con las evaluaciones de la situación”. El despliegue, que involucra a cientos de soldados, incluye a efectivos de las unidades de infantería y fuerzas especiales.
Entre los participantes en la reunión del gabinete de seguridad estaba el nuevo ministro de Defensa, Avigdor Lieberman, líder de un partido ultranacionalista conocido por su visión de línea dura hacia los palestinos. Antes de la reunión, Lieberman visitó el sitio del tiroteo y bebió una taza de café en una cafetería del lugar.
El jueves más temprano, funcionarios de defensa suspendieron miles de permisos especiales otorgados a palestinos para visitar Israel durante el actual mes sagrado musulmán del Ramadán.
COGAT, un organismo de defensa israelí, dijo que se cancelaron 83.000 permisos para que palestinos de Cisjordania visitaran a sus familiares en Israel. Los permisos especiales para el Ramadán para los residentes en la Franja de Gaza también quedaron en suspenso, tanto los que dan la posibilidad de visitar a familiares en Israel, como los de viajes al extranjero y aquellos para rezar en la mezquita Al Aqsa en Jerusalén, agregó el COGAT.
El ejército también está en preparativos para demoler la casa de la familia de uno de los atacantes. A menudo, Israel responde a los ataques con estas demoliciones, una táctica criticada por palestinos y grupos de derechos humanos por considerarlo un castigo colectivo.