Como consecuencia de la debacle priista del 5 de junio, dos de los tres ayuntamientos del área metropolitana del sur serán dominados por el color azul y uno sólo verde tricolor, partido que, por primera vez en muchos años jugará el papel de oposición política en la mayoría de los ayuntamientos tamaulipecos.
En tanto se precisan los porcentajes que servirán de base para definir cuáles serán los regidores de representación proporcional, sin embargo, se da como un hecho que los panistas que defenderán la causa de Acción Nacional en el ayuntamiento que presidirá la Maestra Magdalena Peraza Guerra, serán Teresa Sosa Garza, Antonio Heredia Niño, Lizeth García Aldape, esposa del actual regidor Lamberto González De la Maza, y probablemente Edmundo Marón.
El representante del Movimiento Regeneración Nacional será Irma Fraga.
En el municipio de Madero, en cambio, los ediles priistas que defenderán la bandera del PRI durante la gestión del alcalde Andrés Zorrilla Moreno, serán Carmen Hortensia Rodríguez Talango, Mario Gómez Martínez y Bertha Banda González, Elvira García Aguilar, del PRD, Andrés Ponce Salazar, de MORENA, María Amparo Montalvo Martínez, de Movimiento Ciudadano y Nuri Romero Santiago de Encuentro Social.
El Partido del Trabajo no tendrá representación en el próximo cuerpo de gobierno petrolero porque no alcanzó el porcentaje mínimo que exige la ley.
En Altamira, otro de las comunidades perdidas por el Revolucionario Institucional, defenderán la camiseta del Revolucionario Institucional durante la gestión de la alcaldesa Alma Laura Amparán Cruz, José Arturo Vázquez Jáuregui, Bertha Vázquez Alonso, Martín Rodríguez López, ésta del Verde Ecologista, y Elizabeth Humphrey, esposa del ex alcalde Javier Gil
Ortiz.
Un detalle, de entre muchos otros, apropósito, que vale la pena comentar es que aquellos que arriesgaron la chamba o pasarse una larga temporada en la banca por apostarle a la candidatura de Cabeza de Vaca, tras el triunfo del candidato albiceleste a la gubernatura ahora se encuentran de plácemes.
Uno de ellos es el abogado y notario público de la urbe petrolera, Ranulfo de Jesús Pérez Ruiz, quien, al jugársela con el reynosense fue objeto de represalias. Una de sus hijas, que laboraba en Petróleos Mexicanos, por ejemplo, fue dada de baja, pero el profesionista siguió en la lucha, a diferencia de otros fedatarios que, ante el temor de que les quitaran la representación, prefirieron hacerse los occisos, a pesar de que tenían motivos de sobra para cobrarle la factura al ex invencible.
Obligado por las circunstancias, Pérez Ruiz se creció al castigo y con mayor determinación optó por sumarse a la causa de Cabeza de Vaca y del ahora virtual alcalde maderense, Andrés Zorrilla Moreno.
Como siempre sucede, hubo, asimismo, convenencieros y oportunistas que abandonaron el PAN y otros partidos políticos para emigrar a las filas priistas.
Los que se salvaron de ser arrasados por la ola cabecista fueron, en Altamira, el diputado Carlos González Toral y en Madero el también legislador Erasmo González Robledo, que deben de sentirse agradecidos de que el dedo priista los hiciera a un lado a la hora de imponer a los candidatos a la presidencia municipal.
Si no hubiera sido así, quizá ahora estarían lamentándose. No a todos se les facilita darle vuelta a la hoja, tras sufrir un descalabro de las dimensiones que padecieron muchos políticos en los comicios del 5 de junio.
Los munícipes salientes, por otra parte, sobre todos aquellos que serán relevados por alcaldes de partidos diferentes al que pertenecen, tendrán que esmerarse en poner las cosas en regla, especialmente en los asuntos contables, para no verse en dificultades a la hora de entregar el cargo y el gobierno a sus sucesores, dentro de menos de cuatro meses.
Y también hacer llegar al Congreso las cuentas públicas en tiempo y forma, pero sobre todo en las que los números cuadren, si no quieren exponerse tampoco a que sean rechazadas o revisadas por la legislatura entrante, mucho menos reprobar las auditorías que seguramente practicarán algunos de los futuros jefes edilicios, que tomarán esa medida para no correr el riesgo de pagar por culpas ni pecados ajenos.
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