Hace algunos años, leí con mucho interés el libro “Manual Para un Nuevo Periodismo, Vicios y Virtudes de la Prensa Escrita en México”, cuyo autor es el periodista Raymundo Riva Palacio, uno de los comunicadores más relevantes del México actual. Del trabajo del citado columnista, hablan sus críticas y su análisis en torno al quehacer presidencial, regularmente bien documentado, y con un estilo que le ha granjeado el respeto de la opinión pública del país.
Sin lugar a dudas, Raymundo es uno de los comentaristas políticos más acreditados de la república. Dada esa circunstancia, me parece de lo más lamentable que algún tamaulipeco sin escrúpulos haya deslizado hasta su espacio de opinión, datos falsos y mal intencionados, carentes de sustento y orientados a desprestigiar el intenso trabajo político desarrollado por el ex candidato del PRI a la gubernatura de Tamaulipas, Baltazar Hinojosa Ochoa.
En su columna de ayer, “Las culpas del Presidente”, Riva Palacio señala que la única ventanilla para emitir reclamos sobre las siete gubernaturas perdidas por el PRI, se encuentra en Los Pinos. Advierte que fue Peña Nieto quien aprobó dichas candidaturas, “donde las subjetividades dominaron a la racionalidad”. En cambio, recuerda, en la postulación de Eruviel, se impuso el pragmatismo y la cabeza fría.
En Chihuahua asegura que Peña aceptó la propuesta del gobernador César Duarte y del padrino de éste, el coordinador de los senadores, Emilio Gamboa Patrón. Al perdedor Enrique Serrano, el columnista le dedica la siguiente frase: “débil y mediocre, que no conectó con los electores”.
Enseguida aborda el tema Tamaulipas, y dice lo siguiente: “No le permitió escoger candidato al gobernador Egidio Torre Cantú, a quien le impusieron a Baltazar Hinojosa, que era el Presidente de la Comisión de Presupuesto en la Cámara de Diputados. No era a quien él quería como sucesor, pero trabajó a favor de su candidatura, y le proporcionó operadores políticos para ello. El problema de Hinojosa, de acuerdo con funcionarios del PRI, es que nunca trabajó. Fue un candidato holgazán, dijo uno de ellos”. Hasta aquí, los mencionados textos.
Durante una conversación que tuvimos con Egidio, ya cercana la sucesión, le preguntamos sobre el tema y su respuesta fue: “donde manda capitán no gobierna marinero”. ETC tenía muy clara su función subalterna ante el poder de Peña Nieto, pero, para sus adentros, albergaba la posibilidad de que quedara su propuesta Alejandro Etienne. Esa opción la mantuvo hasta el último minuto. Más allá, no sabemos lo que haya ocurrido. Baltazar y Egidio se cuidaron de mantener las formas.
Hoy, lo deplorable, artero, desleal y perverso, es que, algunos de los principales dirigentes priístas ¿Rafael González Benavides?, se atrevan a decir que Baltazar no trabajó, cuando todos atestiguamos la incansable campaña que el matamorense realizó en las ciudades y pueblos de Tamaulipas. Basta con ver las grandes concentraciones, los eventos masivos y el incansable ir y venir por las principales regiones del norte, centro y sur.
Resulta muy chabacana la versión de que Balta no hizo su trabajo, pues tan bien lo hizo, que a pesar de ser el último en llegar a la carrera interna por la candidatura, logró un formidable posicionamiento. Pero, eso ya forma parte de otra historia, huérfana de un epílogo feliz para el tricolor y su candidato.
Conforme pasan los días, aquí en la entidad sigue creciendo la versión de que Baltazar fue traicionado por priístas de la cúpula. Nada le puede quitar de la cabeza a la militancia de las bases, la suspicacia de que, más allá del hartazgo social y del voto de castigo, hubo mano negra hacia el interior del PRI contra Balta. Pero si a esa traición, ahora le suman la infamia y la calumnia, pues resulta mucho más grave.
No se puede decir que la cruzada por el voto haya sido impecable, por supuesto que hubo errores, y el mismo ex candidato deberá de asumirlos. Uno de ellos fue que la suya fue una campaña atípica, sin cambios en la presidencia del PRI estatal, como se requería. El mismo Baltazar lo permitió, y en ello llevó su penitencia. Pero de ahí a que ahora le dediquen columnazos acusándolo de que no trabajó, simplemente es muy ruin. Una cochinada.
ÓSCAR ALMARAZ SE CONVIERTE EN EL VECINO POLÍTICO DE CABEZA
Como alcalde electo de la capital tamaulipeca, el priísta Óscar Almaraz se convierte en el vecino político de quien será el primer gobernador panista de la entidad. Esta circunstancia tiene, desde luego, interesantes capítulos por escribirse. Recordamos que en el pasado, el primer alcalde panista Gustavo Cárdenas Gutiérrez, tuvo que convivir con el gobernador priísta Manuel Cavazos Lerma. En tono de broma, Gustavo decía que, “me voy a pelear con el chaparrito, para que me suelte el presupuesto”. En el caso de Óscar, creemos que su oficio político podría abrirle puertas con el palacio azul.