18 diciembre, 2025

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Crónica urbana

Nostalgia y poder

Crónica Urbana

El Poder anima y desanima cuando se va.

El desánimo congela la sonrisa, agota el vigor y se pierde la euforia que es parte de la gloria del poder.

El Poder se mide por la cantidad de adulaciones. La mesa que más aplaude le tocan los contratos, las prebendas, los satisfactores para seguir gozando de las albricias del Poder.

Para el Poder la noche ha terminado. Le quedan sin embargo las miles de estrellas del firmamento que se acumuló en sus bolsillos.

Es la alegría que dejo el poder, sin embargo es el vacío, la falta de un amor sincero y el mal pago que le dan los que gozaron de sus privilegios.

Los privilegiados del Poder poco a poco se van diluyendo como si fueran muñecos de harina. Llevan oro en sus comisuras, plata en sus bolsillos, cobre en sus corazones.

Cuando el Poder se va, el agua de la realidad desnuda al oro y muestra el cobre. El cobre que era oro en los amigos y ahora es cobre en los cientos de aduladores que abandonan el barco de las vanidades.

El Poder es una melancolía. Por poderosos que este sea, la miel atrae a las moscas, a las hormigas, que tarde que temprano devorarán su cuerpo corrupto.

El Poder creyó en la inmortalidad de la adulación. Porque el espejo del Poder es engañoso, esconde al verdadero rostro del Poder; Su debilidad y vanidad.

Los aduladores, decenas de ellos han llenado sus valijas, han comprado felicidad y placer rápidos y furiosos. Tienen que ser hipócritas hasta el último momento.

Los aduladores se preparan con nuevas palabras, tretas al escribir, elogios estudiados. Saben que deben comenzar desde abajo y para mantener su dignidad, su fabuloso tren de vida.

El Poder es elogiado a cada instante mientras las prebendas afloren.

La condición humana es una receptora fácil para las adulaciones y es víctima de los elogios.

Entonces el Poder aflora su verdadera piel: la pobreza espiritual, el no sentido de la vida y su falta de un verdadero amor.

El Poder se desanima en la ingratitud de quienes los elogiaron todos los días, en la cauda de adulación somnífera.

Pero es tarde, ya no hay marcha atrás. Los errores de todo Poder se concentran en su tristeza a pesar del tesoro mal habido.

El Poder en la cúspide tiene una carga de melancolía y como Sísifo es castigado para cargar en sus espaldas todos los elogios, todas las adulaciones vacías.

El Poder es una montaña sagrada.

Un sacrilegio cando se viene bajo con su carga vacía de elogios.

El Poder es el cansado Sísifo, castigado por la vanidad y la indiferencia de sus propios aduladores.

El Poder sin duda, es una nostalgia. una melancolía al fin.

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