En los procesos electorales en los que el PRI arroyó a los adversarios, sus aliados políticos el Verde Ecologista y Nueva Alianza, mantuvieron a la alza sus bonos y prerrogativas económicas sin sudar la camiseta, la poderosa maquinaria tricolor, apoyada en la habilidad, la experiencia y los vastos recursos económicos se encargó de la tarea.
Los tiempos de las vacas gordas, sin embargo, sufrieron un fuerte contratiempo en los comicios del 5 de junio en 7 de los 13 Estados en los que se renovaron los poderes políticos estatales, el ejecutivo, el legislativo y los ayuntamientos y, como es natural, el Panal y el partido del Tucán han pagado igualmente las consecuencias.
Como ocurre en los procesos jurídicos, la parte accesoria o secundaria sigue o corre la misma suerte de la principal.
Si las estadísticas oficiales no mienten, en tanto que en los comicios del 2015 el verde obtuvo 614 mil 155 sufragios, el 5.92 por ciento de las votaciones, en los de hace 8 días, se redujo a 347 mil 743, el 2.75 por ciento, casi la mitad. Algo parecido le sucedió al partido magisterial, en la contienda del año pasado consiguió 476 mil 243 votos, el 4.59 por ciento, este año la cifra se redujo al 297 mil 015, el 2.35 por ciento de la afluencia de electores.
A diferencia de sus aliados, el PRI se estancó.
En el 2015 adquirió 3 millones 076 votos, el 30.7 por ciento, y en el 2016, 3 millones 834 mil 447, el 30.3. El principal partido de oposición, el PAN, en cambio, elevó los sufragios de 2 millones 127 mil 617, el 20.4 por ciento logradas el 2015, a 3 millones 804 mil 034, el 30 por ciento.
El Partido Movimiento Regeneración Nacional, MORENA, fue una de las agrupaciones políticas de reciente creación que ascendió en la captación de votantes, ya que de los 918 mil 706 obtenidos en el 2015, que representan el 8.85 por ciento, en la del presente año, fueron 1 millón 706 mil, 629, el 13.5 por ciento.
Ante esa situación, seguramente los dirigentes y asesores políticos del PVE y Nueva Alianza deben de estar analizando detenidamente si en la sucesión presidencial del cada vez más cercano 2018, proceso que, tras la reciente debacle estatal, no se vislumbra tan sencillo para la causa priísta, se la vuelven a jugar como aliados del Revolucionario Institucional o si optan por disputar con candidatos propios la presidencia y los asientos del Congreso de la Unión.
Como dice el dicho, a veces es mejor ser cabeza de ratón que cola de león.
Mientras se sabe qué decisión toman, el resultado oficial de la elección estatal ha confirmado que el nuevo Congreso de Tamaulipas será dominado por legisladores de Acción Nacional.
De los 32 diputados locales que conforman el órgano de gobierno, 19 serán panistas, 15 de mayoría y 4 de representación proporcional. Al ex invencible le tocaron 11, 2 al Movimiento Ciudadano y uno para cada uno de MORENA, Verde Ecologista, Partido del Trabajo y Encuentro Social.
La lista de los representantes plurinominales del PRI es encabezada por el alcalde con licencia de Ciudad Victoria, Alejandro Etienne Llano, Susana Hernández Flores, ésta hermana del ex gobernador Eugenio Hernández Flores y dirigente estatal del sector femenil del ex invencible, el pastor en turno de los priístas, Rafael González Benavides, Irma Amalia García Velasco y Moisés Balderas Castillo.
Humberto Rangel Vallejo defenderá la bandera del Verde, el ex dirigente estatal del SNTE, Óscar Martín Ramos Salinas, a la del Panal, el activista sureño de izquierda, Cuitláhuac Ortega Maldonado, la del PRD, el eterno legislador, dirigente estatal y palero priísta, Alejandro Ceniceros Martínez, la del PT, María de la Luz Castillo Torres, la correspondiente al Movimiento Regeneración Nacional, el partido de Andrés Manuel López Obrador, y Alejandro García Sánchez, a la del PES.
El gobernador electo de Tamaulipas, Francisco Javier García Cabeza de Vaca, por otra parte, debe de tener mucho cuidado con lo que hace de ahora en adelante para no incurrir en errores como el de la comilona del triunfo celebrada en el Polyforum victorense de acceso restringido, sólo para los miembros de la élite, que dio pie a fuertes críticas como las que argumentan que la victoria debió de haberla festejado primero con las bases militantes y ciudadanas que lo llevaron al cargo.
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