Tanto se ha escrito sobre el reto que enfrenta Francisco García Cabeza de Vaca, que a veces suena a lugar común. Pero es verdad, él mismo lo dijo una y otra vez durante la campaña, avisando que el diagnóstico lo tiene bien claro: la crisis de seguridad que sufre Tamaulipas desde hace casi una década ha contagiado a la economía, la educación, la salud.
Es decir, ha afectado la vida de millones de tamaulipecos.
Si a eso se suma el desequilibrio financiero que dejarán como herencia prácticamente todos los municipios de Tamaulipas, a veces por falta de recursos, a veces por simple y llana corrupción, y los pronósticos negativos de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público, el escenario se adivina complejo para el Gobernador electo.
Este sexenio nos dejó como enseñanza que no hay dinero que alcance para combatir la inseguridad.
Los policías, militares y marinos cuestan mucho. Lo mismo que la infraestructura necesaria para garantizar justicia a la ciudadanía.
La experiencia exitosa en otras entidades apunta a medidas estratégicas que no necesariamente requieran la chequera abierta. No estaría de más echar un vistazo a lo ocurrido por ejemplo en Nuevo León y Chihuahua.
Pero a estas alturas, sin conocer todavía siquiera al equipo de transición resulta francamente ocioso marcar plazos para exigir resultados al nuevo régimen.
Es verdad que las expectativas son muchas, pero también es cierto que la ciudadanía que votó por la alternancia le abrió a Cabeza de Vaca un crédito que no se va a agotar tan rápidamente.
Los primeros pronunciamientos del nuevo gobernador han generado análisis tan dispares entre sí, que resulta complejo encontrar un punto medio para identificar hacia dónde va la opinión pública.
Ha insistido en que su gobierno no será movido por el rencor y ha descartado una “cacería de brujas”, pero también ha levantado la voz para asegurar que “se acabó la narcopolítica” y que pondrá fin a la impunidad.
Si ponemos esos elementos en la balanza lo que resulta es un discurso que busca alejarse de las estridencias (muy distinto por ejemplo, a lo que han ofrecido los ganadores de las elecciones en Veracruz o Chihuahua), pero que no quita el dedo de la llaga que más daño ha causado a los tamaulipecos.
Llevarlo a la práctica sería suficiente para que los tamaulipecos le extiendan el crédito otorgado el 5 de Junio.
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