CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Jesús García Corona, el héroe de Nacozari, no es el único testigo del deterioro de La Estación de Ferrocarril en Victoria, pero sí es el único visible al caminar desde la plaza de la Independecia con rumbo a ese edificio histórico, el cual está sellado con madera y resguardado con candados por la empresa Ferromex.
Si sus paredes hablaran contarían los días de gloria de los trabajadores victorenses, hablaría de los vagones repletos de muertos que en ocasiones se quedaban ante sus ojos con la revuelta social de 1910, hablaría de los chiquillos que correteaban en su piso de mosaico, de las bancas lisas color café en la sala de espera y hasta de sus fantasmas…
Pero ahora permanece en silencio, pareciera un prisionero del tiempo…
Al caminar a su alrededor ya no siente el miedo por los miembros del «Escuadrón de la Muerte», ni los aromas que despedía la orina en sus pisos.
Al menos alrededor estaba limpio. No es que «El Escuadrón de la Muerte» ya no exista, se han ido muchos, es verdad, pero los que quedan se han reformado.
Juan García, apodado «El Piojo», ahora se reúne con los Alcohólicos Anónimos, viaja hasta Puebla y recorre los ejidos aledaños de Victoria compartiendo su testimonio.
Cerca de La Estación quedan los relevos del Escuadrón, siguen igual, peleando entre ellos bajo el sol de las tres, disculpándose más tarde y saludando a todo el que encuentran a su paso.
Ayer, parecía que La Estación se mudaba, había maquinaria a su alrededor, de las dos vías tal vez sólo funciona una a la que le han cambiado los durmientes de madera por vigas de concreto.
El camión levantaba los durmientes de madera. Le llamaban fierro viejo a los trozos que servían para reparar las vías.
Estaban también los fijadores amontonados.
Ya no está el guardia de La Estación, por ahora sólo las palomas que anidan en las vigas, las avispas en su panal y las arañas son sus habitantes.
Antes pasaban revista también los jubilados de Ferrocarriles Nacionales.
Y será hasta hoy viernes cuando amanezca el bullicio por el mercadito del 22.
Que colapsará con la salida de los niños a las cuatro de la tarde y ahogará por instantes el espacio.
La plaza del 22 empieza a quedarse sola cerca de las cuatro de la tarde, cuando los comerciantes de los taquitos de La Estación se marchan.
Se van a refugiar del calor los integrantes del Escuadrón.
Pasa un día más de olvido para el resacate de La Estación.