En la superficie el tema parece un sueño guajiro, pero si se ahonda en el, cobra perfil de posible realidad.
Su origen está en la frontera, donde uno de los casos particulares y más importantes se advierte en Reynosa.
Me refiero a un inédito reagrupamiento de fuerzas políticas a favor del Movimiento de Regeneración Nacional –MORENA– que empieza a ganar adeptos entre militantes y simpatizantes de los hasta ahora, dos principales partidos del Estado. Más claro, el PAN y el PRI, activistas a los cuales, de acuerdo al proyecto terminarán por unirse el PT y muy posiblemente el PRD, que en estas latitudes buscan aferrarse a una tabla de náufrago para no ahogarse.
Movidos desde el centro del país, los cabecillas de esta corriente están aglutinando a los priístas resentidos por lo que consideran abandono de su jefatura nacional –la de Los Pinos– y a los panistas conservadores que pese al triunfo de su establo en Tamaulipas, no comulgan con las prácticas de su actual dirigencia. Y aunque no lo crean, están creciendo.
Quien piense que lo anterior es una mafufada, no acierta, porque la relación de este grupo es directa con Andrés Manuel López Obrador, ante la falta de líderes locales confiables. El tabasqueño ya ha sostenido dos reuniones con ellos y mantienen una comunicación diaria con el primer círculo del primero.
Los nombres de los ex próceres tricolores y azules saltarán al escenario antes de comenzar el próximo gobierno estatal. Y habrá sorpresas.
La estrategia parece transparentarse. Dada la lejanía del siguiente proceso electoral estatal, por ahora no les interesa Tamaulipas, sino la meta a mediano plazo representada por el relevo presidencial en el 2018, al cual MORENA ve factible llegar, ante la debacle del Revolucionario Institucional, como la segunda fuerza partidista del país y en algunos estados, como la primera, a lo cual se acercaría muchísimo si es capaz de obtener la gubernatura del Estado de México, “contaminado” ya por la Ciudad de México.
Como se ve, este Peje no es de los que por su boca muere…
TEMPESTAD EN PUERTA
El intento del ayuntamiento victorense de reglamentar la aportación –hasta ahora no sé en qué forma– de los ciudadanos a las obras de pavimentación, no es nuevo. Sus antecedentes se remontan no a un cabildo, sino al estado y hasta al propio gobierno federal.
Con Enrique Cárdenas González el programa se llamó Peso a Peso; con Martínez Manautou, Esfuerzo Compartido (ECO); con Américo Villarreal, Voluntad y Trabajo; y con Manuel Cavazos Lerma, Mano con Mano. Con Tomás Yarrington el Vamos Tamaulipas se convirtió en un simple lema oficial y se dejó de pedir apoyo a los beneficiados.
En el entorno federal, el salinista Solidaridad tenía el mismo perfil, pero con una variante: Todos prometían aportar pero en realidad nadie pagaba, porque el gobierno absorbía el costo total y a la hora de recuperar la parte ciudadana perdonaba de facto a los presuntos obligados, al no cobrarles jamás.
No me parece que tenga futuro ese reglamento municipal, llamado de Construcción y Conservación de Calles, porque lo menos con lo que querría iniciar su administración el próximo alcalde, Óscar Almaraz, es con una nube de reclamos sociales. Basta recordar cómo le fue a Enrique Cárdenas del Avellano cuando intentó cobrar en su trienio un “derecho” sobre el alumbrado público. Sólo faltó que lo insultara el perico de su vecino.
Ciertamente la colaboración de la sociedad es una ayuda importante, pero en estos momentos de irritación generalizada, habría que pensar en una vieja frase popular: Ven la tempestad y no se hincan…
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