En el 2012, el PRI era el joven exitoso y carita de la película. Había regresado al poder con un Presidente que se veía bien en la tele. El trabuco peñista llegaba para darle a sus adversarios del PAN y de la izquierda, una cátedra de la visión de Estado. Se proponían reiniciar otra etapa de poder, si bien ya no como la dictadura perfecta, sí lo suficiente para demostrar que estaban renovados y que esta vez habían aprendido de los errores.
Todo eso ocurrió hace cuatro años, un lapso muy reciente. Hoy aquellas caras frescas de Peña, Videgaray y Osorio, ya no son las mismas. Mucho menos la de Nuño, que se observa notoriamente envejecido.
Para explicarnos la desgracia que actualmente vive el Partido Revolucionario Institucional, debemos echar mano de los acontecimientos externos, lo cual habla de factores no controlables por el gobierno mexicano, como el derrumbe comercial del petróleo.
Pero sin duda, lo que más le ha pegado al actual sexenio priísta, son los graves errores internos. Fallas costosas en materia de inseguridad, violación de derechos humanos y corrupción. Estos tres flagelos han golpeado de lleno el rostro colectivo de la nación.
Se supone que el gobierno de Peña Nieto está sembrando buenos tiempos para el hombre o la mujer que lo sucederá en el poder a partir de 2018. Al menos así lo aseguran los especialistas del reformismo estructural y energético. Pero las cosas pintan para que gane Morena o el PAN. En consecuencia, el Presidente de la República no está haciendo nada por favorecer a su partido. En caso de que el futuro esté pactado para que ganen los panistas, el suyo sería un gobierno al servicio del modelo neoliberal, un bateador de sacrificio, como se estila en la jerga de beisbol.
En suma, lo que estamos viendo en esta recta final de sexenio, es un peñismo devorado por las inercias. En lo económico no han sabido responder con una adecuada estrategia turística y de servicios que mitigue la ausencia de los ingresos petroleros. Y en lo político se siguen cruzando de brazos ante los abusos, la violencia, las injusticias y la impunidad que dominan y se ensañan con la población civil. La república está en vilo.
El colmo de estos días recientes, es una clase política priísta totalmente desprestigiada, acorralada y en un ambiente de linchamiento político. La dirigente interina del CEN del PRI, Carolina Monroy, una mujer que tiene facha de todo, menos de dirigente priísta, acaba de sumarse a la campaña contra el gobernador Javier Duarte en Veracruz. Otros gobernadores salientes de este mismo partido, también están satanizados.
Pareciera que al Presidente, en su papel de jefe priísta del país, no le importa en lo absoluto lo que está ocurriendo. Ya se deshicieron de Beltrones, ahora van por los gobernadores priístas de algunas entidades. En su tiempo, Felipe Calderón defendió a los panistas pese a sus errores. En cambio, los príistas del peñismo están recibiendo una patada en el trasero desde Los Pinos. Es muy probable que, algunos de ellos, sobre todo gobernadores apaleados, se vayan a otros partidos.
Me pregunto: ¿A quién postulará el PRI nacional, como candidato a la Presidencia? ¿A Ricardo Anaya, a Margarita Zavala o a Moreno Valle? No hay más.
Ah, y se me olvidaba: ¿Qué pensarán de todo esto en Tamaulipas, priístas como Édgar Melhem, Guevara Cobos, Paloma Guillén y Marco Bernal? Algunos de ellos buscarán el Senado.
Pero les están creando, ya desde ahora, un clima de linchamiento rumbo al 2018. Nada fácil.
CABEZA DE VACA Y SU AGENDA TRANQUILA
Mientras su homólogo Miguel Ángel Yunes acaba de exponerse de manera innecesaria en un evento político de Veracruz donde proliferó el lenguaje vociferante, con pedradas y ladrillazos, aquí en Tamaulipas, el gobernador electo Francisco García Cabeza de Vaca se está manejando muy tranquilo. El evento más reciente de su agenda que fue dado a conocer a los medios, es el del impulso al comercio exterior. Cabeza se reunió con industriales de la maquila.
El equipo del gobierno entrante se caracteriza en esta víspera por su prudencia y su marcada cautela. En materia de información, se distinguen por el rigor y la sobriedad en lo que se refiere al manejo de datos.
Siguiendo este mismo ritmo de mesura que ya parece parte de lo que viene, el Congreso priísta de Tamaulipas acaba de declarar gobernador electo de Tamaulipas a García Cabeza de Vaca para el periodo del primero de octubre de este 2016, al 30 de septiembre de 2022. El siguiente paso relevante de esta agenda formal es la toma de protesta ante el Congreso.
Así lo mandata, dice el comunicado, el artículo noventa de la constitución tamaulipeca.
POSDATA.- ¿Cuántos de los actuales alcaldes priístas, podrán arribar a una reelección que los lleve a los cinco años? Chuchín, Peraza y Almaraz buscarán brincar la tablita.




