CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- Ganarse la vida en la informalidad es un trabajo difícil y poco productivo, pero que sigue creciendo en Tamaulipas.
Una cifra muestra la importancia de este rostro de la economía laboral: casi la mitad de los tamaulipecos –49 por ciento– se mantiene a sí mismo o a sus familias con una
actividad económica informal.
En el plano nacional el INEGI revela que los autoempleados ganan en promedio el equivalente a tres salarios mínimos. En nuestro Estado los ingresos no son tan atractivos como en otras latitudes del país, pero sí se comparan en algunos casos a los obtenidos en ocupaciones formales.
El origen de esto en el ámbito estatal es la debilidad y estancamiento de la economía en sectores intensivos de mano de obra y en la generación de empleos formales, así como en la precariedad de las condiciones laborales de cientos de miles de trabajadores, lo cual está generando más incentivos para que las personas se refugien en la informalidad, aunque no cuenten con prestaciones sociales.
Gran parte de ese segmento de trabajadores privilegian el dinero rápido que brinda la informalidad, a la estabilidad en términos de seguridad social que proporciona la economía formal, donde los salarios son cada vez menos atractivos y rinden menos.
De acuerdo con la información de la Secretaría del Trabajo, el Instituto Mexicano del Seguro Social y el INEGI, desde el mes de julio del año pasado, el salario de los trabajadores afiliados al IMSS ha venido cayendo de manera constante, y cerró 2015 con 272.29 pesos cuando en enero del mismo año, inició en 274.29 pesos diarios.
Ahora, en el sexto mes del 2016, este indicador sigue peor pues ha caído hasta 272.66 pesos diarios, lo que explica que el incremento de la informalidad donde el ingreso es mayor, pero no existen las prestaciones sociales básicas ni de seguridad social para los individuos, aunque para la mayoría tiene otro “beneficio”, porque no cumple con sus obligaciones fiscales.
A lo largo de la entidad, apenas 610 mil de los más de 1.5 millones de trabajadores son los que tienen este tipo de salarios; y alrededor de 900 mil entre los asegurados y apenas 259 mil personas ganan más de 4 salarios mínimos en la entidad.
El resultado en números es contundente: De acuerdo con el INEGI la tasa de informalidad en la entidad es de más del 49%.
La caída del salario que pagan las empresas formales se da en un entorno de baja inflación que aun así resulta superior en razón de la reducción nominal de los ingresos diarios de los empleados.
Bajo este contexto, el deterioro de los salarios en la economía formal en Tamaulipas durante el año pasado elevó la cantidad de informales a máximos de hace 2 años.
El empleo informal puede incluir los trabajadores por su cuenta, en empresas informales, trabajadores casuales sin empleo fijo, trabajadores domésticos remunerados, trabajadores
a tiempo parcial, no registrados y empleadores de empresas informales.
En 2016, la economía informal en Tamaulipas tuvo un aumento de sus integrantes al pasar de 352 mil a 362 mil, una diferencia precisamente de más de 10 mil personas.
NI 100 MIL TAMAULIPECOS GANAN SUPER BIEN
Según el INEGI, la productividad anual por puesto de trabajo, medida como el PIB por puesto de trabajo de la Economía Formal e Informal, muestra que la Economía Formal generó en promedio —para el lapso de 2003-2012— 387 355 pesos anuales a precios de 2008 de PIB por puesto ocupado formal.
Por su parte, la Economía Informal se ubicó en 118 523 pesos anuales a precios de 2008 por puesto ocupado en la informalidad, es decir, la productividad de la economía formal es 2.3 veces mayor que de la economía informal. En otras palabras, el trabajador informal gana más directamente, pero aporta menos al Estado y al país.
De hecho, en este año, hubo un aumento sin precedentes de más de 26 mil trabajadores de los considerados más mal pagados, mientras que la cifra de trabajadores mejor pagados se redujo en más del 16% en sólo 3 meses.
La cifra de personas que ganan apenas un salario mínimo superó los 222 mil personas, poco más de 26 mil adicionales a los que había en el periodo final del pasado año 2015. Se trata de un aumento de más del 13.5 por ciento, el más alto para un primer trimestre en la entidad.
Por el contrario, los trabajadores que ganan más de 5 salarios mínimos cada vez son menos, lo que refleja la crisis en el mercado laboral de la entidad. Los empleados con súper ingresos pasaron de casi 98 mil a menos de 94 mil.
Me va bien…¿para qué le busco?
Carlos Ruiz tiene 26 años. No Carlos Ruiz tiene 26 años. No tiene patrón, jefes ni horario fijo de trabajo y gana entre 6 y 8 mil pesos al mes.
No labora en algún puesto de burócrata o en una empresa, pero se mueve en la actividad informal. Limpiando parabrisas seis horas al día en uno de los cruceros de Ciudad Victoria, percibe un ingreso superior a los 200 pesos diarios con lo que mantiene a sus padres y –dice– “hasta me puedo dar un gustito de vez en cuando”.
Ya lleva tres años ganándose la vida de esa manera y aunque no tiene prestaciones laborales, afirma que con el seguro popular, las “despensitas”, apoyos sociales y dinero directo que les da el gobierno a sus papás, “ahí la llevamos”.
Carlos es una muestra de cómo ha prosperado el trabajo informal en Tamaulipas, sector en donde labora casi la mitad de sus habitantes. Como antecedente, afirma que hace años trabajó en varios lugares pero en ninguno le pagaban más de 4 mil pesos al mes, a veces menos, agrega.
BUEN SAZÓN, BUEN INGRESO
Doña Tencha lleva 15 años vendiendo gorditas y flautas en las afueras de un centro comercial de autoservicio y en las cercanías de edificios públicos de la capital victorense. Su mamá le enseñó desde que era niña que la comida es un buen negocio.
“Me va bien”, afirma, “no se va el día sin que queden por lo menos 400 pesitos de utilidad y a veces más. Hay días que salen al doble. Imagínese, 800 pesos de las 8 de la mañana a las 2 de la tarde, ¿quién me los paga?…”
Ella es una más de las miles de señoras que trabajan en el sector de antojitos callejeros o de plaza que abundan en la ciudad. Como en otros trabajos parecidos, no tiene seguro social ni nadie la va a jubilar, pero gana por lo menos el doble de lo que percibe una secretaria de alguna oficina privada o gubernamental.
La Doña no tiene pensado entrar a la formalidad, porque dice que ella no sabe de impuestos y no quiere más “broncas” de las que ya tiene. Reconoce que tiene problemas a veces de salud, especialmente con su mamá, pero sale para eso. “Ya hasta estoy preparando a mi muchacha, la mayorcita, para que le siga, porque es mucha ayuda, sobre todo como yo, que me dejó el hombre con las niñas chiquitas y mire, ni necesito”, señala en forma casi retadora.
Doña Tencha descansa los domingos pero dice con evidente satisfacción:
“Eso si no hay algún encarguito particular que me pidan para una fiestecita. Me va bien, ¿para qué busco otra cosa?…”




