CIUDAD VICTORIA, Tamaulipas.- A un costado de la Estación del Ferrocarril había un jardín con barandal de barrotes. Ese material aún sobrevive en el cerco de las casas de la sección de ferrocarril.
Construcciones que se encontraban cerca del área de talleres para el descanso de los trabajadores de Ferrocarriles Nacionales, cuando estos aún eran el medio de transporte de pasajeros.
El resto de las construcciones que ya existían para la década de los cincuenta comenzaron a aparecer en la zona como bodegas o talleres y en la parte trasera de la zona aparecieron las viviendas de los trabajadores para echar raíces en Victoria junto a sus familias.
Don José Reyes Coronado de León, cuenta la historia de las construcciones abandonadas a un costado de la vía del tren.
Alrededor todo huele a olvido. Quedaron sólo las nomenclaturas que identificaban a las últimas familias que habitaron el sitio, entre ellas el Señor Nárvaez, que custodiaba las instalaciones de la estación.
Tienen en las tres viviendas material que alguna vez sirvió para reparar las vías del tren, los anuncios preventivos en la vía pública y hasta el aire húmedo que colocaron para prevenir las altas temperaturas en el verano.
“Llegué en 1968, mi padre no era ferrocarrilero, él venía de Ocampo y en la época de la revolución se fue a Zaragoza, para fincar luego su casa en Estación González, la primer estación de Tamaulipas.
En González tomó un trabajo en el campo. Mis hermanos y yo comenzamos a trabajar en ferrocarriles porque el padrino de bautizo de todos trabajaba aquí y así nos fue acomodando.
Él sí tenía hijos, pero se usaba entonces que al faltar los padres el padrino de bautizo tenía la tutela de los hijos y así ocurrió, él cuidó de nosotros, pero era el Mayordomo de Estación González”, explica Don José Reyes Coronado, quien también asegura que al menos la primera de esas construcciones se realizó desde que entró en funciones la estación de Victoria, debido a que se requerían bodegas y talleres.
Había cinco ramas de trabajo: transportes, oficinas, alambres, vías y conexas, este último grupo de trabajo tenía la obligación de desyerbar la zona, meter vías y otros trabajos pesados bajo el sol.
“Uno podía ascender si quería, pero como yo no estudié mucho, sólo logré manejar los motorcitos de ferrocarril para transportar a los jefes, pero al menos ya no andaba yo con el pico y la pala. Eramos aquí en Victoria como 300 trabajadores, tal vez más”.
El servicio de patio, significaba recibir la llegada de un tren de Monterrey, apoyar en que saliera el tren hacia Tampico, cambiaban maquinista y garrotero para
el siguiente viaje.
Eran las mismas actividades que se realizaban en esa época, dice don José, quien comenzó a trabajar a los 19 años de edad y en 1992 con la jubilación voluntaria
cambió de actividades laborales.
En la zona del 26 Guerrero se ubicaban las instalaciones de PEMEX, los vecinos de esa zona admiten que las viviendas para los trabajadores de ferrocarriles, sólo fueron en el área cercana, pero la necesidad hizo a los trabajadores de FERRONALES invadir los predios y hacer que PEMEX y sus instalaciones se mudaran hasta la calle Alberto Carrera Torres, donde se ubican en la actualidad.
“Aquí invadí yo, porque necesitaba dejar en algún sitio a mi familia. Yo iba a ascender y me iba a ir de Victoria, mis hijos estaban por comenzar el kinder y la escuela.
Esta es la misma casita que yo hice con esfuerzo y con durmientes de segunda mano. Yo la he ido remodelando, ya será la segunda madera, pero dura mucho si le reparamos y pintamos la madera.
He pintado mi casa de muchos colores. Pero también saqué mi casa de Infonavit en la calle Aldama y tengo cuatro hijos profesionistas”.