30 diciembre, 2025

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Laberintos del poder

Una versión extraoficial

Laberintos del poder

La semana pasada, el sur del Estado sufrió un “sacudón” en el terreno laboral, en lo que se refiere a sus expectativas de crecimiento, que mezcla los intereses económicos con los políticos.

Todavía se escucha el llanto de autoridades y obreros desconsolados por la muerte, antes de nacer, de alrededor de 4 mil empleos.

Este monumental “zape” a la que ya parecía inminente contratación de una legión de soldadores altamente calificados, lo propinó la empresa Kepler, constructora de plataformas petroleras marinas, la cual casi de la noche a la mañana, cuando ya resonaban fanfarrias y trompetas jubilosas por el impulso a la economía de la zona, canceló la instalación de su factoría en Altamira.

¿Por qué el sorpresivo golpe de timón de este consorcio?

Le contaré una versión extraoficial –no sé cuán verdadera sea– que recorre los ámbitos empresariales tamaulipecos dedicados al ramo energético: En un juego de vencidas, su competidora Lan Dermott, desde hace tiempo asentada en esa región, como se dice coloquialmente “le comió el mandado”.

Conforme al cotilleo de cuello blanco, Kepler, que promueve este proyecto desde hace buen número de años, solicitó en 2013 al gobierno y especialmente al federal, un programa integral de viviendas, hospitales y escuelas para instalarse en Altamira, la sede elegida para la inversión. No fue cualquier cosa lo
que Kepler pidió, porque la suma de esos factores significaba entre 200 y 300 millones de dólares. Y sorpresa: le dijeron que sí.

Y es aquí donde aparece el fantasma del tenebroso manejo político, conforme a la versión que circula en oficinas de la iniciativa privada.

Kepler esperó en vano el cumplimiento de ese compromiso que debía estar listo en el 2015 para iniciar operaciones en este año. Y en ese lapso, Lan Dermott sacó de la manga un as y con recursos propios, sin esperar ni un peso oficial, levantó un centro de operaciones al lado de donde se asentaría la primera.

Hoy, afirman que la segunda empresa acaba de ganar una licitación y ya inició en Altamira la contratación de por lo menos 1,400 obreros de alto nivel para atender ese objetivo.

Y adivine en dónde estará ese centro laboral: Sí, en los terrenos donde se decía que se instalaría Kepler. Por lo menos es lo que afirman quienes difunden esta especie.

A los ojos de los empresarios vinculados al sector energético, la respuesta a la petición de esta empresa se congeló, para permitir que su competidora se quedara con un pastel que más temprano que tarde será muy suculento, porque los precios del petróleo volverán en forma natural a subir y la demanda de plataformas se reactivará.

Tan es así, que también en la opinión de los expertos, Kepler no canceló el proyecto, sino que sólo lo difirió para esperar mejores condiciones de mercado para el petróleo y –es la percepción– esperar también un posible cambio de partido en el gobierno federal, donde el poder priísta ya le dio palo a sus intereses.

Lo anterior deja una luz y una sombra.

Por la parte de la luz, queda claro que Altamira sigue siendo un polo apetitoso para la inversión, sobre todo en el segmento energético, lo cual le augura escenarios venturosos en los próximos años y su consolidación en el plano industrial. Ese progreso de alguna manera impactará favorablemente al Estado.

Por el lado de la sombra, de ser cierta la versión citada, también se transparenta que en nuestro bendito país la política, ese conocido monstruo de mil cabezas, sigue siendo el factor dominante sin importar el terreno que se pise. Primero, todo lo indica, siguen siendo los beneficios de una cúpula y después, si algo queda, los de la inmensa base de la pirámide.

Si es verdad o es mentira, sería interesante preguntárselo a los directivos de Kepler…

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