El autor es Premio Nacional de Periodismo 2016.
El presidente Peña Nieto se queja de quienes “inundan con malas noticias” al país minimizando lo bueno de su administración. Está en su derecho aunque se interna por caminos riesgosos que podrían conducir a la censura institucional lo cual resultaría mucho más grave que la información derivada de la crítica situación que vive la república. Está en su derecho digo, como también lo está la paisanada en cuanto a permanecer al tanto de situaciones que le afectan directamente. Ni modo de ignorar hechos tan delicados como los sucedidos los últimos años y los que siguen integrando el gran rosario de dudas y escándalos respecto del ejercicio y abuso del poder.
No hay forma de detener el flujo de la información libre y abierta porque es la única vía que la sociedad dispone para transmitir sus angustias. Criticar a las
autoridades es un ejercicio sano además de obligado por parte de los habitantes de esta ínsula barataria llamada México. Se supone que todo esto es la democracia tan celebrada en el discurso oficial pero tan limitada cuando se trata de señalar errores u omisiones, por decir lo menos. ¿Qué haríamos sin los espacios donde la verdad se topa con la realidad?.
Aquí cabe mencionar por ejemplo, el desencanto de millones de mexicas afectados por la desaparición del programa de crítica dirigido por el payaso “Brozo”, un comediante que por varios años interpretó y aun personalizó la inconformidad social. Era un desahogo que hacía las veces de válvula de escape por el cual desfilaban distintos actores políticos vistos a través del sarcasmo popular. Dicho programa cumplía un papel importantísimo que quienes optaron por cancelarlo no supieron entender. O quizá prefirieron escuchar la voz del poder que siempre ha temido al ridículo. Es una pena la desaparición de dicho programa, como también lo es la presión que sufre Carmen Aristegui y sus colaboradores que han tenido el valor de investigar y hacer públicos los excesos del poder.
El asunto es que al presidente Peña no le agradan las malas noticias sino el color rosa de las que él considera “las buenas”. En otro ejemplo, asegura que poca difusión ha tenido el descenso del costo del gas doméstico recién anunciado. Quizá tenga razón porque atrás de esta clase de notas existe desconfianza. Y va un referente: hace algún tiempo el supremo gobierno aseguró que habría ahorro en el precio de la energía eléctrica, como efectivamente sucedió, pero sólo por pocos meses para después catapultar el costo a niveles que dificultan todavía más la sobrevivencia de los marginados. El infantil argumento fue que sólo los empresarios enfrentarían el incremento, como si no supiéramos que al final todo va con cargo al consumidor. ¿Qué garantiza que no sucederá igual con el gas doméstico?. Lo dicho, existe desconfianza en el gobierno y ni modo que sea invento.
Quienes estamos en los medios de comunicación quisiéramos saber dónde está “la buena información” cuando casi todo lo negativo proviene de las actitudes oficiales. En este sentido el escribidor está cierto de que el gobierno cuenta con los canales adecuados para hacer llegar la publicidad de lo que considera “positivo”. Y a un costo económico no imaginado. Sólo que esta información por lo general está maquillada e inclinada al interés político por lo que en principio resulta dudosa por increíble.
En este aspecto el escribidor considera que el sentimiento presidencial más bien va dirigido a la dificultad para controlar el tráfico de información que va de las redes sociales a los medios de comunicación y viceversa. Y es tan abrumadora la exigencia de la verdad que aflora por las rendijas que descuida la manipulación.
En concreto, las quejas del presidente Peña Nieto muestran que aun vivimos en el subdesarrollo democrático. Y cuidado porque es aquí donde existen mayores riesgos.
¿NADA NUEVO BAJO EL SOL?
Si usted considera que a partir del primero de octubre Tamaulipas será diferente, disculpe, pero está en un error. Lo que sucede es una simple alternancia donde el compromiso panista es relativo. Lo único cierto es que el PRI difícilmente saldrá del cráter en que cayó por navegar sin chaleco salvavidas. Y si acaso logra reponerse es probable que ya no lo vean las generaciones presentes. Así de grave está su caso.
En cuanto a los funcionarios que se frotan las manos por tomar el mando no serán ni peores ni mejores que los presentes. “Antes al contrario”, como diría aquel.
SUCEDE QUE
Va tomando forma la posibilidad de que Josefina Vázquez Mota suceda a Diódoro Guerra en Educación. Al respecto ya son varias las reuniones entre Cabeza de Vaca y la susodicha confirmadas por fotos y mensajes enviados a redes por la propia ex candidata presidencial. No olvidéis que Tamaulipas fue el estado donde más votos obtuvo Josefina sobre Peña Nieto, incluso en mayor número que aquellos históricamente panistas.
Y hasta la próxima.




